Experiencias
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Caminaron durante horas en silencio hasta llegar a lo alto de la cumbre de Acatenago, en Guatemala. Ahora, justo frente a ellos, el volcán entra en erupción y desata una nube de dimensiones épicas. Las cenizas sobrevuelan en el aire que se ha vuelto caliente, denso. El sonido es ensordecedor y la niebla los marea. De pronto el entorno pierde sus límites. Debajo, el abismo. Son tan pequeños comparados con esa fuerza que el terror los invade. Pero en un momento respiran hondo. Y logran, por fin, apreciar los matices del gris en el horizonte amplio, la calma de contemplar a distancia un fenómeno de semejantes características. Hace más de 200 años, Kant reconocía en esta dialéctica de lo sublime la esencia de la experiencia estética. De igual forma, los exploradores comprenden que el paisaje que ahora se despliega ante ellos es la recompensa de haberse lanzado a la aventura.