Editorial II. Fauna ictícola en peligro
Existe una fundada alarma por la supervivencia de algunas especies ictícolas a la altura del río Paraná medio, por efectos de una pesca indiscriminada con fines comerciales. Especialmente está amenazado el sábalo, aunque indirectamente corren riesgo otras especies. Urge, entonces, poner límites a una actividad cuyos efectos depredadores están a la vista, de acuerdo con una evaluación realizada por la Comisión de Pesca Continental.
La descripción del proceso por el cual un río nace como manantial, crece como arroyo y concluye por constituirse en una caudalosa corriente, enriquecida por el aporte de sus afluentes, como ocurre con el Paraná, permite apreciar también la diversidad de la vida que crece a favor de las aguas y que toma formas variadas según la oxigenación, las temperaturas y la naturaleza del lecho.
De ese modo, la vegetación y la fauna prosperan y, en el vasto escenario fluvial, se generan tanto organismos inferiores como especies mayores. Las cadenas tróficas que se constituyen sirven escalonadamente a la supervivencia del conjunto.
Ese esquema de lo que naturalmente ocurre es alterado por la acción del hombre. En el caso que se considera se asiste a los efectos de una pesca ilimitada, que se ha incentivado por las perspectivas comerciales del producto. Así, los frigoríficos instalados en las costas de la provincia de Santa Fe procesan en la actualidad 37.000 toneladas de sábalos para exportar a Brasil, Colombia y Nigeria, mientras que una década atrás las ventas sólo alcanzaban las 2700 toneladas.
De seguir la explotación a ese ritmo es previsible la reducción de los ejemplares, situación agravada porque las capturas alcanzan a peces muy jóvenes, el 80 por ciento de los cuales no han llegado al tiempo de la reproducción. El incremento de una actividad que resulta altamente depredadora no perjudica sólo a la especie sabalera, pues peces mayores, como el surubí o el dorado, pierden sustento al quebrarse la cadena alimentaria.
El gobierno de la provincia de Santa Fe ha demorado un año en reglamentar una ley de pesca, que no resuelve los problemas suscitados porque se deben acordar todavía con el gobierno de Entre Ríos normas y acciones conjuntas en cuestiones básicas, como la talla autorizada de los ejemplares y el fortalecimiento de los controles de las capturas y de la actividad de los frigoríficos.
Sin medidas de una aplicación rápida y eficaz, el porvenir de la vida natural en el gran río de nuestro litoral está severamente amenazado.
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