Fotografía: América Latina se hace ver
La producción regional comienza a conquistar los principales museos, ferias y festivales del mundo
En los años 90, cuando el sueño de viajar al exterior se convirtió en realidad para buena parte de la clase media argentina, algunos amantes de la fotografía volábamos a Nueva York con una lista de museos y galerías para visitar. La meta era coincidir con una gran muestra de fotografía en el MoMA o en el Met. Queríamos ver a los maestros en vivo y en directo: Frank, Winogrand, Arbus, Avedon. Veinticinco años después, las cosas han cambiado de un modo radical, y en un sentido muy positivo.
Si viajáramos hoy a Nueva York, encontraríamos que la principal muestra de fotografía del MoMA está dedicada a un argentino y su mujer alemana, dos grandes maestros de la fotografía del siglo XX. De la Bauhaus a Buenos Aires: Grete Stern y Horacio Cóppola se exhibe hasta octubre con un abigarrado programa de visitas guiadas, conferencias y un catálogo de gran calidad.
Éste es sólo un ejemplo del impacto que tiene actualmente la fotografía latinoamericana a nivel global. La 18a edición de PHotoEspaña (PHE), uno de los principales encuentros fotográficos de Europa, está dedicada a la región. Hasta fin de mes reúne en Madrid las hibridaciones entre historia del arte y fotografía de Luis González Palma, las clásicas imágenes de Lola Álvarez Bravo, las experiencias con el retrato comercial del cubano Korda y los íconos revolucionarios producidos en los años 20 por Tina Modotti. De este modo, parece concretarse el pensamiento de Alejandro Castellote, el primer curador de PHotoEspaña, allá por 1998. "Cuando fui nombrado –recuerda–, le dije al director de La Fábrica (la empresa de gestión cultural que creó PHE) que la fotografía latinoamericana debía tener una presencia sostenida en nuestros festivales; que lo latinomericano no debía ser algo exótico y nada más".
Entre la tradición y los nuevos medios, la fotografía en América Latina empieza a marcar su propio paso. El sentido de este camino está simbolizado en el título de la muestra Éste es mi lugar, curada por Rodrigo Alonso, con la que se inaugurará la Fototeca Latinoamericana (FOLA) el 8 de octubre en Buenos Aires. En estos días, la ciudad aloja en la sede Hotel de Inmigrantes del Muntref una retrospectiva del paulista Vik Muniz, cortejado por colecionistas del mundo entero. Y hace pocas semanas, la también brasileña Rosângela Rennó llenó el auditorio del Malba con una conferencia organizada por el museo y Buenos Aires Photo Lab Edition. Este nuevo programa educativo es impulsado por una de las principales ferias de fotografía de la región, que tras cumplir una década presentará en octubre una propuesta renovada (ver recuadro).
Los taquilleros artistas brasileños mencionados no pertenecen a la tradición de la fotografía documental; ni siquiera a lo que en los años 90 se llamó "fotografía de autor". Son artistas visuales que se valen de la fotografía y de otros medios para representar realidades cada vez más complejas. Para Florencia Giordana Braun, directora de Rolf Art –galería que volverá a participar en noviembre de la prestigiosa feria Paris Photo–, la producción de la región está marcada por procesos políticos, económicos y sociales que están muy presentes en las obras de los artistas. Y el público está buscando esa fotografía que tiene un alto contenido político.
"La muestra América Latina. Fotografía 1960-2013, organizada por la Fundación Cartier en París en 2013-2014, fue el punto de partida de este fenómeno –sostiene Braun–. Fue una validación a nivel internacional. Luego tuvo lugar Urbes mutantes. Fotografía latinoamericana, curada por Alexis Fabry en 2014, que reunió más de 300 obras en el Centro Intenacional de la Fotografía de Nueva York (ICP). Estos dos hechos fueron una enorme caja de resonancia y se puede decir que, a partir de ellos, las instituciones han comenzado legitimar a los artistas latinoamericanos."
Trabajo en red
Aquella figura del fotógrafo solitario tratando de dar a conocer su trabajo es del siglo pasado. La potencialidad que tiene trabajar en red poniendo en marcha proyectos plurinacionales tiene un futuro extraordinario. "La presencia de creadores visuales que utilizan la fotografía es cada vez más fecunda y notoria –observa Castellote–. Hay nuevas estrategias para dar a conocer los trabajos por la vía de los fotolibros, y una renovada forma de relacionarse entre eventos e instituciones. Además, muchos artistas latinoamericanos están viviendo en Europa y esto les permite acceder a procesos, a redes de exposiciones y talleres de capacitación, herramientas que potencian y diversifican sus modos de expresión".
A comienzos del siglo XXI, en plena crisis en la Argentina, Julieta Escardó creó en Buenos Aires la Feria de Libros de Fotos de Autor (Felifa). Hoy no hay festival de foto en el mundo que no tenga una feria de fotolibro como parte de su programación. "Se generó una conciencia en torno al libro de fotos como un modo de representación de lo individual y también de lo colectivo. El fotolibro es el hecho político por excelencia en los últimos 20 años en América del Sur. Es un medio con una movilidad que no tiene la muestra", opina Escardó. Y agrega: "La generación de los años 70 y 80 nos dejó cosas muy positivas, pero no la idea del trabajo colectivo. En este aspecto se está produciendo el gran cambio".
Nuevos modos de representación
La frontera entre fotografía y arte contemporáneo se va diluyendo cada vez más, opina Castellote. Según él, hay un intento de desvincularse de la concepción de que la fotografía latinoamericana debe estar asociada solamente con la denuncia de injusticias sociales o la violencia. "Posiblemente los que están atravesando más fácilmente esta línea –sostiene– sean los autores que están vinculados con el mundo del arte."
Obras multidisciplinarias, instalaciones, videos, performances. El artista tiene que expresar lo que quiere contar de la mejor manera posible, independientemente de la disciplina o la herramienta que esté utilizando. Los artistas visuales contemporáneos no buscan obtener fotos bellas, sino aprender a nadar en el mar de imágenes que nos inunda. A raíz de esa saturación visual, la fotografía documental clásica como instrumento de denuncia no tiene el mismo valor que tuvo hace veinte años. Ahora esos temas nos llegan por medios más eficaces, y somos conscientes de la facilidad con la que se puede manipular una imagen.
El manejo del medio, que antes ocupaba un lugar muy importante, ahora está vinculado con la tecnología. Lo que está en primer plano es lo que uno quiere contar y no la parte artesanal. Quienes trabajan con imágenes intentan darle a su obra un mayor espesor conceptual; son imágenes más ambiguas, menos afirmativas, pero que tienen una gran capacidad de empatía con el espectador. El artista ya no es un testigo sino un mediador. Ya no busca ser admirado, sino provocar una reflexión.
BA Photo: pasado, presente y futuro
Tras haber cumplido una década, durante la cual promovió y legitimó la fotografía dentro del circuito artístico regional, Buenos Aires Photo se dispone a renovar su propuesta. Del 15 al 18 de octubre en el Centro Cultural Recoleta, una de la más importantes ferias de fotografía de América Latina sumará al sector principal de galerías un espacio de fotografía antigua, destinado a enfatizar la historia del medio y su desarrollo en el país. También realizará por segunda vez Fuera de Foco, sector reservado a solo projects de galerías jóvenes, que establece diálogos entre el medio fotográfico y otras disciplinas. La idea es acercar al público una visión integral que abarque pasado, presente y futuro de la fotografía en la Argentina. La invitada internacional será la peruana Luz María Bedoya, una de las pioneras en el uso de la fotografía dentro del arte conceptual. También se inaugurarán espacios dedicados a homenajear a los maestros argentinos; a la venta y exhibición de libros de fotografía (PhotoBook Proa) y a la fotografía documental (Documentos LA NACION). El premio Petrobras mantendrá el formato por invitación.