Frontera
¿Por qué será que en los ojos de los niños podemos ubicar más fácilmente el azote de toda la inmemorial injusticia que se repite en la redondez del mapa y en el tiempo circular de las guerras? Quizá porque es bastante más obvio decir que ellos no son culpables. No deciden invadir un territorio, desplegar fuerzas, saquear pueblos enteros, impartir leyes de exclusión. Los ojos del pequeño contenido en el abrazo de su madre, que protege en la precariedad, en el mientras tanto de las mareas migratorias frente a las disposiciones burocráticas, expresan una desolación intuitiva. Únicamente por tres días, las autoridades egipcias y palestinas han abierto el paso de Rafah, acceso que no limita con Israel, país que restringe la circulación de personas y bienes a los habitantes de la Franja de Gaza. La supervivencia de este niño palestino y de las mujeres detrás de esos velos depende posiblemente de un solo papel, del beneplácito de algún empleado de frontera.