Genuino poder del voto
Por Raúl Aguirre Saravia y Guillermo Mentruyt Para LA NACION
Uno de los problemas más serios de nuestro sistema de gobierno es la falta de control por parte de los cuerpos legislativos. Los partidos que ejercen el Poder Ejecutivo en los distintos niveles concentran un alto porcentaje de bancas, y ello impide el ejercicio democrático y el equilibrio de poderes, donde los diferentes grupos de opinión deben cumplir una función clave de control de la gestión.
En el caso particular de la provincia de Buenos Aires, el sistema electoral establece un piso (el cociente electoral) por debajo del cual los partidos que no llegan a obtener cierta cantidad de votos no participan en el reparto de bancas. Dicho cociente se calcula dividiendo el total de votos válidos en cada distrito electoral por las bancas que están en juego.
El sistema favorece a los partidos que obtienen una mayor cantidad de voluntades, ya que se adjudicarán bancas que no les corresponderían si el reparto se hiciera en forma proporcional a los votos obtenidos (por ejemplo, con el sistema D Hont). Por medio de este mecanismo se deja sin representación a partidos que, aunque minoritarios, obtuvieron un caudal representativo de votos proporcional a las bancas que deben renovarse.
Actualmente, el Partido Justicialista concentra el 60% de los diputados y el 76% de los senadores de la provincia de Buenos Aires sin haber obtenido ese porcentaje en las urnas, hecho que impide el auténtico debate y el análisis de los temas para reemplazarlos por un mero trámite de aprobación incondicional de las decisiones del Ejecutivo provincial, anulando la posibilidad de un control serio y eficaz de temas críticos.
Esto se agrava en el caso del Senado provincial, ya que al ser menor el número de bancas (la mitad de la de Diputados) el cociente electoral es mayor, y sólo los partidos mayoritarios alcanzan el número que exige el código electoral. Resulta muy difícil, entonces, o casi imposible, que otras agrupaciones políticas puedan acceder a un lugar en este recinto, clave para la aprobación de las leyes.
Muchos ciudadanos no afiliados a partidos políticos han perdido la confianza en ellos y en el sistema democrático en general. En las últimas elecciones (2001 y 2003) decidieron anular su voto o votar en blanco en señal de protesta, en lugar de apoyar a alguna lista. Así pudieron manifestar su voto bronca, pero sin obtener el resultado deseado de castigar a la clase gobernante.
Si los ciudadanos que descreen del sistema descubrieran el poder que puede tener su voto y se lo otorgaran a aquellos partidos no mayoritarios para que obtengan una banca, podrían ejercer una oposición responsable y se fortalecería, de este modo, el sistema de control. Incluso alcanzarían una fuerza mayor para sancionar leyes que modifiquen este sistema electoral que favorece a los partidos ya instalados en el Gobierno e impide el acceso y la renovación por otros.
En la provincia de Buenos Aires hay agrupaciones y alianzas que pueden disminuir la concentración del poder en los partidos mayoritarios. Sobre todo después de la crisis de 2001, nacieron partidos vecinales formados por ciudadanos que quieren recuperar el rostro humano de la política y trabajan por la transparencia de la gestión de gobierno. Una oposición que ejerza un control real en los concejos deliberantes es absolutamente necesaria para comenzar a reconstruir un sistema político desde la base municipal.
Votar a estos partidos minoritarios en la provincia es una alternativa posible de los vecinos para defenderse de la trampa del sistema del cociente electoral hasta que éste pueda ser definitivamente modificado.