Gigante
"Pequeño gigante", le dicen. Suspendido en su lecho del George's Hall de Liverpool, descansa lo que le queda de calma. En algún momento lo vendrán a ver otros niños -diminutos colegas de carne y hueso-, extasiados ante la maravilla de sus dimensiones, la anomalía de su presencia entre tanta boiserie y lámparas solemnes y columnas corintias. Falta poco para que el pequeño gigante salga de su reducto y se lance a las calles de la ciudad que lo hospeda. Porque el muñeco es parte de las creaciones de Royal de Luxe, compañía francesa de teatro callejero que pronto alterará el ritmo de las calles de Liverpool con sus descomunales marionetas danzantes. Mientras, el pequeño dormita, ajeno al bullicio del que pronto será eje. Como un involuntario descendiente de aquella raza de titanes que quizás nos precedió: enormidades de cuento, hombros sobre los que alguna vez nos encaramamos, sustancias de leyenda que el arte, generoso, insiste en volver a invocar.