Gracias a Cristina, vacaciones for export
Estaba cantado: así como para el kirchnerismo no hubo veraneos más exitosos y multitudinarios que los que sucedieron mientras reinaba en el poder, ahora que lo perdieron taladran con que casi nadie salió de vacaciones.
Durante los últimos años, la fuerza que dejó el poder el 10 de diciembre fogoneó a sus medios y periodistas amigos para que machacasen con la maravilla de las rutas atestadas los fines de semana largos y cada verano. Mustios y deprimidos, con un poder de fuego mediático que se recorta día tras día, en el presente le dan cuerda a full a la mala onda en las redes sociales, para convencer a la propia tropa y a los desprevenidos de que en esta temporada la costa argentina es un verdadero páramo, producto de la devaluación impuesta por el nuevo gobierno.
¿Es tan así? Hay quienes ven este año un mayor trajín en el enero porteño, habitualmente tranquilo y despoblado. Pero es tan cierto que hubo menos gente en la costa atlántica argentina durante la primera quincena de este mes -el clima no ayudó y los precios, tampoco-, como que la tendencia se revirtió en esta segunda mitad que transitamos.
El nuevo intendente de Pinamar, Martín Yeza, consignó una ocupación del 80/85% en esa localidad y apuntó que ahora también tienen turistas durante el año. Es que cambió la forma de viajar: las estadías largas una vez al año ya son parte del pasado y, en cambio, las escapadas son más frecuentes, pero por tramos más cortos. Y en el período estival, la demanda se concentra fundamentalmente los fines de semana.
Era tan desopilante el énfasis que ponía el kirchnerismo en exagerar el éxito de las temporadas veraniegas cuando gobernaba que en esta misma columna, el 19 de enero de 2014, señalamos, no sin cierta sorna, que se trataba de "un invento genial: se carga la ropa en un par de valijas y a la familia, en el auto o en el ómnibus. Y en cuanto se llega a destino, no hay más que disfrutar del dolce far niente. El increíble dispositivo se llama vacaciones y es otra de las magníficas creaciones del kirchnerismo".
Lo machacaba con tal convicción la prensa militante que hasta parecía imposible que antes de 2003 alguien hubiese podido veranear. Hace poco más de un año, Jorge Capitanich, entonces jefe de Gabinete, llegó a argumentar, créase o no, que la grave denuncia del fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner sólo había sido a los efectos de opacar el éxito de una Mar del Plata repleta. Ahora mismo, Máximo Kirchner aprovechó la pataleta por su despacho en Diputados para largar que "si esto lograra que se llenara de turistas Mar del Plata, que me saquen todas las oficinas".
También en este espacio, pero el 18 de enero de 2015, advertimos que la temporada marplatense en la que más entradas de teatro se vendieron (760.000) fue la de 1987, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuestión de dejar en claro que "vincular playas atestadas con la buena marcha de un país puede resultar una simplificación frívola o, en el mejor de los casos, insuficiente".
Pero Daniel Scioli ahora no se privó de caer en ese lugar común al atribuir la taquilla teatral más famélica de esta temporada al "ajuste en la economía", desentendiéndose de que la proliferación de espectáculos gratuitos que fomentó cuando era gobernador viene horadando desde hace años los cimientos privados de ese rubro. Cómo será la dimensión de ese fenómeno en La Feliz que, según datos del sector, sólo un 20% del volumen total de espectadores (1.800.000, en el verano anterior) pagan sus tickets, en tanto que el resto lo son de eventos gratuitos esponsoreados con dinero oficial y por grandes marcas que buscan promocionarse. Después de tocar el piso de menos de 200.000 entradas vendidas en el fatídico 2001, el punto más alto de estos años fue 2010 (600.000 tickets), desde entonces cayó y sólo tuvo un leve repunte en 2015. La más baja de esa serie fue la temporada de 2014, en coincidencia con la devaluación avalada por la anterior presidenta (se vendieron sólo 330.000 entradas). Al fin de esta temporada, tal vez sean menos de 300.000 los que hayan pasado por boleterías marplatenses. Ahora es la devaluación de Mauricio Macri la que aparece como telón de fondo con su lógica influencia depresiva sobre el consumo.
Pero, ¿es para tanto? Lo que los voceros kirchneristas se preocupan en esconder en esta ocasión, y no difundir mucho, es que gracias al dólar baratito y ficticio sobre el que se sentó Cristina Kirchner hasta el último minuto de su mandato ($ 9 y monedas), cientos de millares de argentinos cerraron muy convenientes paquetes turísticos para viajar al exterior. Las cifras hablan por sí solas: más de 2 millones de personas eligieron veranear en Brasil; Uruguay reconoció estar atravesando la mejor temporada en diez años, en tanto que un 30% más de compatriotas escogieron Chile como lugar de descanso. Muchos otros se fueron a destinos remotos (el Caribe, Miami, Europa), y ni que hablar de los fenómenos turísticos crecientes en la Patagonia y en el NOA.
Despegar.com consignó que el 80% de sus ventas para este mes se concentraron en productos internacionales. Entre sus top ten de los destinos más elegidos para enero y febrero figuran siete ciudades brasileñas. De algunas de ellas, lamentablemente hay argentinos que volvieron con dengue.
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