Horizontes azules
Allá al fondo, el horizonte es una línea tan dulce y tan suave como el Mediterráneo en sus mejores momentos. Azul contra azul, la isla de Malta se hace eco de tiempos romanos, rutas fenicias y una voz -la del mar que alguna vez se pensó cuna de tantas cosas-, que supo vibrar en lengua africana, asiática, incipientemente europea. Allá al fondo, el horizonte es un enigma que tal vez sea dulce, pero también podría estar erizado de vallas, alambrados, destacamentos feroces o civilizadas fronteras cerradas a cal y canto. Malta, trampolín hacia la anhelada Europa, emerge de las aguas con la calma de quien se sabe del lado firme de la historia. El vértice opuesto de lo que siempre ha conocido el migrante de la foto. Pasajero del Aquarius, hijo del costado arrasado del mundo, el viajero sin nombre desafía la crueldad de un abismo límpido, embriagadoramente azul.