Innovación científica con impulso público y privado
El mayor desafío económico de la Argentina en los últimos 150 años ha radicado en intentar cambiar el paradigma del país agroexportador por el de un país con una alta intensidad en la agregación de valor. La definición de la estrategia para llevar adelante este proceso en el siglo XXI requiere un profundo análisis de las ventajas que se puedan generar en función de las oportunidades en el contexto económico actual. Los ecosistemas de crecimiento moderno se concentran en la puesta en valor del conocimiento científico-tecnológico, es decir, en el alineamiento de las capacidades productivas con el sector que genera este conocimiento.
La Argentina detenta el orgullo histórico de ser el único país en la región con Premios Nobel en Ciencias, lo que refleja una tradición de recursos humanos altamente capacitados en el sector. En el siglo pasado, se crearon instituciones paradigmáticas como el Conicet, la CNEA, el INTI, el INTA y la Conae, con recursos humanos que se suman a la potencialidad de aquellos disponibles en las universidades nacionales. Estas instituciones han crecido fuertemente en los últimos años debido a la decidida inversión en Ciencia y Tecnología que ha hecho el Estado nacional. La pregunta de rigor es: ¿cuál es la mejor manera de aprovechar todos estos recursos humanos, la infraestructura y las plataformas tecnológicas construidas para impulsar la innovación en nuestro aparato productivo?
Mariana Mazzucato, en su libro El Estado emprendedor (http://www.lanacion.com.ar/1701118-un-emprendedor-oculto-esta-entre-nosotros-la-mano-invisible-del-estado), define al Estado como el actor central en la toma de riesgos para la innovación, previamente al salto al sector privado para la producción de bienes de alta complejidad. Mazzucato identifica un desafío clave: la creación de organizaciones y herramientas estatales que apoyen y estimulen el emprendedorismo y la innovación. ¿Cuenta el país con una institución de este tipo?
La respuesta es sí. La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica ha sido una herramienta fundamental en la política del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Basándose en el Plan Argentina Innovadora 2020, la Agencia promueve las actividades del sector científico, tecnológico y de innovación mediante el otorgamiento de apoyos económicos y créditos. Los fondos son otorgados por concursos públicos y abiertos, siguiendo mecanismos de evaluación transparentes y rigurosos con los más altos estándares internacionales, de los cuales participan científicos, empresarios y asesores de los sectores específicos. Sólo en 2014, la Agencia adjudicó 2200 millones de pesos a más de 2700 proyectos en todo el país. Esta financiación ha tenido un impacto positivo en la cantidad y calidad de los investigadores, en la repatriación de científicos, en la infraestructura edilicia y en el equipamiento.
La Agencia tiene una política activa para vincular el conocimiento con la actividad productiva, estimulando la articulación público-privada. A este objetivo han apuntado iniciativas como la creación de una escuela de gerentes tecnológicos y de incubadoras de empresas de base tecnológica, la financiación de consorcios público-privados, la creación de nuevos centros tecnológicos que atienden las necesidades de sectores productivos, los créditos para la innovación empresarial, entre otras. Estas acciones podrán llevar a un cambio del paradigma de desarrollo en nuestro país solamente si se continúan como política de Estado.
El aprovechamiento de la formidable plataforma que se ha construido requiere de alianzas estratégicas del Estado con el sector privado innovador y competitivo, y el apoyo del ecosistema de científicos y emprendedores. La Argentina debe apostar a la creatividad de su gente y al conocimiento como fuentes de riqueza. La articulación público-privada es esencial para fortalecer a las pymes, para la creación de empresas innovadoras y para dotar a las grandes empresas nacionales privadas y estatales de capacidad exportadora masiva. Estos sectores son demandantes de mano de obra altamente capacitada, que el sector científico-tecnológico puede proveer, creando un círculo virtuoso de generación de empleo calificado, que, a su vez, estimula vocaciones en los jóvenes de abordar el estudio de carreras afines.
El desafío futuro es redoblar la apuesta. El Ministerio de Ciencia, a través de la Agencia y en consonancia con los distintos gobiernos provinciales, debe impulsar la generación de ecosistemas de innovación a lo largo del país, con una fuerte vocación de descentralización. Estos espacios deben proporcionar un ambiente que el sector académico estatal y el sector productivo por sí solos no pueden generar: un espacio físico, la tutoría y el financiamiento puente que permita convertir el conocimiento en productos viables, hasta el momento en que pueda buscarse capital de riesgo para la proyección al mercado, evitando el famoso "Valle de la Muerte". Estos espacios deben permitir que los científicos con vocación se reconozcan como emprendedores mediante el dominio de las mejores prácticas de la iniciativa empresarial basada en el conocimiento. Deben instalarse incubadoras de empresas o aceleradoras de proyectos en cada enclave académico-productivo regional del país para lograr esta fuerza transformadora que sume valor a la producción.
Estas iniciativas estatales deben acompañarse de una fuerte inversión en la generación del conocimiento. Se debe aumentar en los próximos años la inversión del Estado en CyT, hasta llevarla a un 1% del PBI. También se necesita fomentar el incremento de la inversión privada, como ocurre en los países más desarrollados. Esto no ocurrirá si no se plantean alianzas estratégicas en los sectores más competitivos de nuestra economía, con un sentido federal e inclusivo en el que cada actor pueda brindar su experiencia y conocimiento para dar lugar a una interacción sinérgica y virtuosa con el desarrollo como objetivo último.
Presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica
Fernando Goldbaum