Editorial I. Inundados: reconstruir con esperanza
Aun cuando todo lo que se haga para reparar las consecuencias de las inundaciones en el Litoral nunca será suficiente, el esfuerzo conjunto que realizan numerosas entidades civiles sin fines de lucro sigue constituyendo un ejemplo del espíritu solidario que despertó en la sociedad argentina el drama de las poblaciones afectadas.
Más de una vez se ha dicho que los mayores problemas comenzarían el día después ; esto es, cuando las aguas cedieran y los habitantes de las zonas devastadas tomaran conciencia de lo mucho que habían perdido.
Las estadísticas ilustran la magnitud de la tragedia: 30.000 familias sufren actualmente las consecuencias de las inundaciones; más de 18 millones de hectáreas quedaron sumergidas; más de 12.000 viviendas fueron dañadas total o parcialmente; unas 450.000 cabezas de ganado perecieron bajo el agua; la agricultura de la zona litoraleña tuvo pérdidas superiores a los 1000 millones de pesos.
Nadie puede pensar, entonces, que el drama de los inundados ha concluido por el solo hecho de que cesaran las lluvias y descendiera el nivel de las aguas.
A cinco meses del comienzo de la catástrofe del Litoral, es por eso alentador que más de cuarenta entidades, a partir de una convocatoria de Caritas Argentina, de Ayuda Solidaria del Consejo Nacional Cristiano Evangélico, de AMIAy otras instituciones de la comunidad judía, de la Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz, del Instituto de Cultura Popular y de la Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas, hayan sumado voluntades, sin diferencias de credo o de tendencia, para colaborar con las familias damnificadas, mediante una campaña denominada Reconstruir con Esperanza .
Entre sus objetivos, se encuentra atender en forma integral a los grupos de familias más pobres de las zonas afectadas para que, desde sus propios valores y con su propio esfuerzo, recuperen sus fuentes de trabajo y producción y restauren sus viviendas y la organización comunitaria. También se apunta a movilizar la ayuda solidaria y a fortalecer procesos de organización y articulación local, provincial y nacional, que les permitan continuar la vida con dignidad y esperanza.
La campaña, que tendrá una duración de aproximadamente dos años y se financiará con donaciones, colectas, subsidios, eventos públicos y aportes de las instituciones participantes, es un ejemplo de cómo la acción solidaria puede ser un magnífico canal para combatir la fragmentación de la sociedad y, al mismo tiempo, alentar a las autoridades nacionales, provinciales y municipales a no cesar en el prometido apoyo a las tareas de reconstrucción.
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