Javier Faroni, el candidato que sumará el brillo del espectáculo a la campaña de Massa
Productor teatral, trabajó con el candidato del Frente Renovador en Tigre y hoy se postula para ser intendente de Mar del Plata
Hasta hace unos años sólo conocía las mañas de los artistas. Desde que aceptó en octubre pasado ser el candidato a intendente de Sergio Massa en Mar del Plata, Javier Faroni también conoce las de los políticos. "Tienen los mismos egos, las mismas dudas e inseguridades. Por eso no siento que pertenezca a otro palo. Son lo mismo", le han escuchado responder en La Rambla ante la pregunta obvia de un turista interesado por su opinión sobre la naturaleza de unos y otros.
La primera puesta en escena que lo tuvo como productor y parte en la política fue en los primeros días de enero, cuando juntó en su ciudad y para el candidato a presidente del Frente Renovador (FR) a lo más popular del escenario artístico local. De más está decir que con 11 obras de teatro presentadas este verano en Mar del Plata, Córdoba y Buenos Aires, no le fue difícil asegurar un lleno casi total. La foto se convirtió en el puntapié inicial de la campaña electoral en la playa; también, en la apertura de la temporada teatral marplatense.
El encuentro dio lugar, incluso, a que asistieran algunos artistas que en otro momento de la Argentina habían confesado ser cristinistas. Como la capocómica y vedette Carmen Barbieri, que ante las miradas desconfiadas, no dudó en aclarar: "Si asistí al evento fue para cumplir con Javier. Soy apolítica, pero quiero que él sea intendente". Del convite también participaron Carlín Calvo, Martín Bossi, Nito Artaza, Zulma Faiad, Virginia Lago, María Rosa Fugazot, Fátima Florez, Nazarena Vélez, Mimí Ardú, Mónica Ayos, Daniel "la Tota" Santillán y Tristán, entre otros. Todos sonrieron a los flashes sosteniendo un cartel con la inscripción: "Un país distinto es ser solidario".
Productor teatral desde hace 19 años (aunque trabaja en la trastienda del espectáculo hace 25), recién hace unos meses Faroni decidió probarse en política. Massa ya se lo había pedido hace un tiempo; incluso la versión había circulado en la temporada de verano 2014. Sin embargo, recién en ésta se animó a firmar contrato. "Lo único que no vamos a jugarnos es la amistad", cuentan que le dijo al dar el sí.
Según la consultora Management & Fit, Faroni tiene una imagen positiva del 26%, una intención de voto del 10%, y conserva aún un desconocimiento del 40% del electorado. Sus rivales transitan un empate técnico que ronda el 20% y son, por el Frente para la Victoria, el actual intendente Gustavo Pulti (hoy asociado al sciolismo) y Carlos Cheppi, actual embajador en Venezuela, quienes hasta el momento podrían terminar yendo a primarias; la concejal Vilma Baragiola, y el histórico dirigente Carlos Arroyo.
Antes de especular siquiera con la posibilidad de convertirse en político, Faroni (43) le había comentado a Massa que andaba con ganas de irse a vivir al extranjero junto a su mujer norteamericana y sus hijos, por culpa de la inseguridad. "Esperá. Si gano te quedás", insistió el entonces candidato a diputado nacional. No fue todo, le pidió algo más: integrar la lista de diputados nacionales junto a él. "Okey. Pero en último lugar", solicitó al aceptar el reto.
La historia es conocida: Massa ganó y Faroni y su familia dejaron de planificar la mudanza del country Rumencó, uno de los más selectos de la ciudad balnearia, en cuyo club house, cada 4 de febrero, el hombre del espectáculo festeja masivamente su cumpleaños.
Que se quedara en el país fue, sin duda, toda una señal para Massa, que estaba en pleno armado territorial. Y que, además, como buen político, no estaba dispuesto a perder la oportunidad de sumar a alguien con tantos contactos de la farándula. "Con Faroni no estás sumando a un artista, estás sumando al único capaz de convocar a cientos", reconocen en el massismo.
La relación Massa-Faroni no es nueva. Se conocieron en 2009, cuando el empresario fue contratado por el entonces intendente de Tigre, primero para que lo ayudara a planificar la cartelera artística del municipio y la apertura de nuevas salas de teatro. Y, después, para aportar su experiencia como productor y promotor de espectáculos en la campaña parlamentaria en un comienzo, y luego, en la presidencial. De ese vínculo laboral nació una relación casi familiar: "Es de los que te hacen el asado a vos", reconoce el candidato marplatense a quien quiera oírlo, diferenciando así a su amigo del resto de los políticos.
Entre bambalinas
El flamante dirigente, finalmente, debutará en las urnas en Mar del Plata, la ciudad donde creció (esquina de Catamarca y Rivadavia), estudió (primario en el Mariano Moreno, secundario en el actual Instituto del Libertador), jugó al fútbol en el Club Atlético Kimerley y triunfó profesionalmente. A nadie le importa a estas alturas que haya nacido en General Roca, Córdoba, de donde partió cuando era chico.
Según contó hace diez años en un reportaje en la nacion, su carrera comenzó cuando tenía 11 años y ya vivía en la ciudad de veraneo más popular de la Argentina. Iba caminando con su abuela por la puerta del histórico Hotel Provincial cuando se encontraron con Silvia Montanari, que estaba presentando un espectáculo con Carlín Calvo, Alberto de Mendoza y Zulma Faiad. Después de saludarla, le pidió que lo invitara al teatro y le aclaró que quería ver la función desde atrás del escenario. A la semana lo habían tomado como la mascota del elenco.
De un día para el otro, Carlín era una especie de padre. Y su trabajo era controlar las personas que entraban al teatro y, cuando terminaba, ir a otras salas a ver los tableros con las ventas. La familia al principio no estaba tan contenta con el nuevo trabajo. Pero el actor habló con su padre y entonces le dieron permiso para estar con él hasta las 12 de la noche. Durante los veranos siguientes hizo la asistencia de dirección de todas sus obras. Y con apenas 18 años arriesgó dinero propio por primera vez presentando El Zorro, protagonizada por Diego Torres y Pablo Rago. Le fue mal: perdió en la taquilla frente a Las Tortugas Ninja.
Desde entonces ha vivido entre bambalinas. "Me cuesta subirme al escenario. Lo odio. Si estoy acá es porque me lo pidió mi amigo. Es cierto, él fue kirchnerista y yo no, es más, nunca voté a Cristina. Pero tampoco voy a negar que así como hay cosas que no comparto, en estos diez años hubo cosas que estuvieron bien", confió hace poco a sus colaboradores mientras armaban el cronograma de visitas a una docena de ciudades del partido de General Pueyrredón.
Sus amigos del ambiente, y los otros, los de la vida, le dicen que está loco. Que para qué va a meterse en política. Si es un ganador, un hombre exitoso. Faroni les sonríe y revisa los afiches, de sus obras de teatro y de su candidato, quien por ahora no se ha quejado por problemas de cartel. Dice que quiere trabajar para devolverle el brillo a La Feliz. También el empleo y la seguridad. Ya hizo su primera promesa como político: si gana, Mar del Plata no lo tendrá como su representante del show business favorito mientras dure su gestión.