Juegos
La imagen trae una descripción que evoca con sencilla literalidad el tópico más común que podría desprenderse de ella: dos niños juegan con armas de juguete. La infancia y la típica referencia al juego y la inocencia acuden a nuestros pensamientos casi de manera mecánica. Pero no hay que dejarse llevar por las impresiones de un instante: tras esa primera alusión a los juegos candorosos vienen otras reflexiones. Jugar con armas implica jugar al peligro, a hacerle algún daño al otro, seguramente sin una conciencia total de lo que implica. Esta imagen, tomada ayer en las calles históricas de la ciudad de Antioquía, en Turquía, en estas latitudes sería vista como algo extemporáneo, a lo sumo como una escena del pasado, un pasado ya lejano en el que era natural que los niños jugaran con armas, a dispararse y lastimarse, incluso a morir. En el mundo de hoy, no enseñamos a los niños que las armas son un juego. Un cambio espantosamente cierto.