Junto al puerto
Rojo, azul, blanco. Cuando Jean-Luc Godard filmó Pierrot el loco hizo de esos tres colores –la bandera francesa; libertad, igualdad, fraternidad– la paleta radiante de toda la película. Krzysztof Kieślowski realizó algo similar, pero a modo de trilogía: tres películas, cada una con el nombre y el predominio visual de un color. ¿Habrá pensado en alguno de ellos el fotógrafo que está mañana plácida caminaba por el puerto de Marsella? Rojo, azul, blanco: las tonalidades de una foto que va más allá de las armonías cromáticas. En todo caso, el color de la libertad está del lado del hombre que, los brazos abiertos, el cuerpo en descanso, se deja abrazar por el sol mediterráneo. A su lado descansan unas muletas; en la mano reposa el barbijo, ese nuevo sostén al que venimos aferrándonos todos. El gesto es de paréntesis, de intransferible placer. Un hombre entregado al silencioso poder de estar consigo mismo.