Juntos por conveniencia
En 1993, cuando su relación con la opinión pública se hallaba en pleno ocaso, Raúl Alfonsín decidió acercarse al gobierno de Carlos Menem y firmar el llamado pacto de Olivos. Al entonces jefe del Estado le posibilitó la reelección; al líder radical le devolvió un protagonismo que muchos pensaron que no volvería a tener.
Ayer, sin haberse reconciliado aún con la mayor parte de la sociedad -a tal punto que su imagen negativa en la opinión pública asciende al 78,5% según una encuesta de la consultora Ibope OPSM realizada el mes último-, Carlos Menem pareció tenderle una mano al debilitado presidente Fernando de la Rúa. Tras su encierro en Don Torcuato, el titular del PJ volvió al centro del escenario político, en tanto que el primer mandatario puede mostrar que aún está en condiciones de liderar un proceso de diálogo político, pese a la bajísima consideración que merece en la sociedad la gestión de su gobierno (tan sólo 0,8% de imagen buena o muy buena, según Ibope).
Se sabe que Menem no puede aspirar a suceder a De la Rúa antes de que éste termine su mandato, el 10 de diciembre de 2003. Según la Constitución, debe dejar pasar un período presidencial antes de poder ser elegido otra vez. Por si esto fuera poco, el ex presidente tiene hoy una adhesión electoral inferior a la que ostentan José Manuel de la Sota, Carlos Reutemann o Carlos Ruckauf. Por lo tanto, a Menem y a De la Rúa los uniría un mismo deseo: que el actual gobierno llegue al final de su mandato constitucional.
La reciente libertad de Menem y su encuentro con el Presidente reforzaron la indefinición en la pugna por el liderazgo en el justicialista. Algo que también beneficia a un gobierno que semanas atrás parecía jaqueado por la oposición.
En la Casa Rosada se festejó el encuentro con Menem, además, porque volvió a instalar el debate sobre la dolarización de la economía, alejando el fantasma tan temido de la devaluación del peso. Con todo, en el Gobierno no se advierte todavía suficiente voluntad como para avanzar en aquel paso y sólo se reitera una vieja frase de Chrystian Colombo: "Antes que devaluar, vamos a dolarizar".
Ruckauf apuntó ayer a meter en la misma bolsa a De la Rúa y a Menem y, para diferenciarse, señaló que la dolarización propuesta por el ex jefe del Estado no es apoyada en el justicialismo y que el único plan alternativo posible debe sustentarse en un modelo federal, industrial y de crecimiento. También el titular de la UCR, Angel Rozas, opinó que la dolarización sólo traería más problemas.
Las diferencias internas en el oficialismo y en la oposición dificultan un consenso, cuando éste se torna más necesario que nunca ante la imposibilidad de mantener por mucho más tiempo medidas propias de regímenes totalitarios, que sólo apuntan a reemplazar confianza por compulsión.