La democracia comienza a ganar batallas en el gigante amarillo
ALDEA QIUBAN, China.- Es día electoral en esta aldea de 660 habitantes dedicados al cultivo de sandías y peras, y la escuela local de educación elemental está adornada con estandartes de vivos colores. Uno por uno, los campesinos desfilan para ingresar en un aula y después pasan detrás de unas telas color de rosa que los ocultan para votar en secreto en las urnas.
Para Charles Costello, director del Programa para la Democracia del Centro Carter, estas telas color de rosa son una señal pequeña, pero segura, de que la democracia se está desarrollando en China.
"Esta es la elección más organizada que yo haya visto aquí", dijo, mientras posaba la mirada en la gente de la aldea que se mantenía silenciosamente en fila, en espera de su turno.
Costello sin duda tenía razón para estar impresionado: Qiuban no sólo había proporcionado los medios para una votación secreta, sino que además, cuando ésta hubo terminado, los votos fueron seleccionados y contados en público, y cada suma anotada a mano en un gran cartel en blanco pegado al muro, todo ante las miradas de quienes observaban bajo un sol ardiente.
Aunque las 930.000 aldeas de China deben celebrar elecciones para nombrar a un jefe de aldea, según una ley aprobada en 1987, sólo entre una y dos terceras partes de ellas lo han hecho. Y cuando efectivamente cumplen con la ley, los comicios frecuentemente están repletos de irregularidades, no sólo el día de las elecciones, sino también durante todo el proceso de postulación que culmina con la votación.
Uno de los problemas más serios de las elecciones en las aldeas -un problema reconocido incluso por funcionarios chinos- es la interferencia por parte de los burócratas locales del Partido Comunista. Con frecuencia hacen saber a los votantes cuál es el candidato al que deben apoyar; en algunos casos incluso han obligado violentamente a renunciar al jefe elegido si no es de su agrado.
No obstante, expertos dentro y fuera de China creen que el experimento iniciado hace diez años con las elecciones en las aldeas finalmente empieza a traducirse en pasos reales hacia la democracia.
Poder a los aldeanos
"No es posible decir que todas estas elecciones carecen de sentido -dice Yawei Liu, catedrático de historia en el Georgia Perimeter College, institución que ayuda a dirigir el proyecto del Centro Carter para las elecciones en China-. Hasta cierto grado, eso es cierto. Pero, por otra parte, uno debe ver el otro lado de la moneda. Estos comicios han dado poder a los aldeanos. Se han hecho más audaces para exigir más rendición de cuentas de los funcionarios, reclamando que el partido no puede permanecer entre ellos para siempre.
Eso no era precisamente lo que el PC chino tenía en mente cuando introdujo los comicios aldeanos en 1987. En ese entonces, la cúpula los vio como una forma de mantener el control y la estabilidad en una campiña cada vez más inquieta, donde viven actualmente las tres cuartas partes de la población nacional. También era una forma de hacer que las aldeas se mostraran más dispuestas a aceptar políticas impopulares, como los aumentos en los impuestos.
En una visita la semana última a tres aldeas en la provincia de Fujian, miembros del Centro Carter, organización basada en Atlanta que está trabajando con el Ministerio de Asuntos Civiles de China para computarizar los datos electorales y desarrollar procedimientos de votación, recibieron un paquete de cartas de aldeanos en las que se quejaban de manipulaciones electorales y otros problemas. Liu vio eso como una buena señal: significa, entre otras cosas, que los aldeanos ven con seriedad las elecciones.
Fujian es una provincia costera próspera que quizá sea más conocida mundialmente porque ha enviado emigrantes prácticamente a todos los puntos de la Tierra. En la zona rural, los campesinos tiene suficiente comida, los niños van a la escuela y los adultos jóvenes encuentran empleos en los pueblos cercanos.
Los aldeanos, sin embargo, siguen estando muy atrasados económicamente en comparación con sus compatriotas urbanos. El camino hasta Qiuban no está pavimentado. De los 169 hogares, sólo unos 20 tienen línea telefónica. En la aldea Linxian, retratos de Marx, Lenin y Stalin aún adornan los muros de las aulas. En Qiuban, tres hombres declararon su candidatura para el cargo de jefe de aldea: un granjero, un conductor de minibús y el dueño de una tienda, y ninguno de los tres era miembro del PC. La campaña oficial consistió en una velada de discursos y en que los candidatos respondieran preguntas del público. Una semana después, con excepción de 25 personas, los 444 votantes depositaron su voto.
Candidatos interrogados
Una versión editada en video de los discursos fue exhibida a los miembros del Centro Carter. Durante más de cuatro horas, los aldeanos interpelaron a los candidatos con una lluvia de preguntas: "¿Qué hará usted para elevar nuestros ingresos?", "¿cómo resolverá los conflictos entre el comité de la aldea y el Partido?", "¿cómo cumplirá con los deberes que tendría con la aldea si usted trabaja en el pueblo?".
Los tres respondieron generalmente con promesas de realizar la tarea en la mejor forma que les fuera posible. Finalmente, fue preciso celebrar una segunda ronda entre el granjero y el conductor de minibús, porque ninguno de los dos alcanzó la mayoría.
El hecho de que, como se opina en general, Fujian esté encabezando a esta nación de 1200 millones de habitantes en lo que se refiere a trabajo electoral puede atribuirse quizás a gente como Zhang Xiaogan, un veterano de 26 años en el Ejército Liberación del Pueblo, que ha dirigido las tareas populares tendientes a la democracia desde hace 15 años, como funcionario de la oficina de Asuntos Civiles.
En respuesta a las denuncias de los aldeanos, ha ayudado a implantar diversos cambios fundamentales, como exigir que se den a conocer públicamente y por escrito, en carteles, las finanzas de la aldea, y permitiendo que los aldeanos tomen parte en decidir quién será el jefe del PC.
"Regalamos anteojos a quienes los necesiten -dice con exitación mientras conduce a un observador por una sede electoral-. Para aquellos que son analfabetos y no pueden escribir el nombre, tenemos maestros que los ayudan. Si no tienen confianza en sus maestros, pueden elegir a dos personas que ellos prefieran."
Shi Tianjian, catedrático de ciencias políticas de la Universidad Duke que ha investigado las elecciones aldeanas, dice que los habitantes generalmente tienen que votar varias veces antes de que capten realmente lo que los comicios pueden hacer por ellos.
"Lo usual es que se requiera de tres elecciones para que los campesinos chinos se den cuenta de que ésa es su oportunidad para deshacerse del tipo malo y lograr que un hombre apto tome su lugar", dice.
Shi opina que China se está desarrollando siguiendo los lineamientos de Taiwan y Corea del Sur, donde la presión desde las bases populares eventualmente dio por resultado comicios abiertos y el fin de los gobiernos autoritarios. En China continental, después de más de diez años de votaciones en escala de aldea, los comicios directos recientemente han empezado a dar el ejemplo a los pueblos, que es el siguiente nivel administrativo.
La posibilidad de que las elecciones aldeanas eventualmente puedan llevar al establecimiento de la -para muchos- temida democracia, sin embargo, no es algo que sea discutido abiertamente por los funcionarios chinos.
"La perspectiva del Ministerio de Asuntos Civiles es que uno no tiene que hablar acerca de lo que esto puede generar -dice Liu-. La línea es restar énfasis al significado político. Mientras más se hable de ello, más se asustarán los oponentes de esos comicios. De forma que la idea es sólo seguir celebrando las elecciones".
En los últimos años, la democracia de las aldeas ha empezado a recibir atención no sólo por parte de las organizaciones no gubernamentales extranjeras, sino también de círculos académicos en el interior de China.
Un proyecto independiente para promover la autonomía de las aldeas fue puesto en marcha en diciembre último bajo la égida del instituto de economía Unigobierno, un centro de investigación liberal de Pekín. La univilla ha tropezado, sin embargo, con varios obstáculos, entre ellos la falta de financiamiento y el hecho de que el director del proyecto fue detenido por las autoridades policiales de Pekín durante varias semanas, en junio último.
Pero Zhou Hongling, ex gerente de banco en Hebei, que dice haber estado trabajando en favor de la democracia en China desde hace muchos años, asegura que el proyecto está funcionando. Para él, el campo es la mejor esperanza de que China aplique la reforma política.
"No me siento demasiado optimista acerca de trabajar por la democracia en las grandes ciudades -admite-. Pero la democratización rural superará a la democratización urbana."
Hace una pausa, y luego añade: "De hecho, eso ya está ocurriendo".