La fortuna de Fernández
“¡No puede tener más mala suerte!”. La frase (barra lamento) se impuso en el círculo íntimo de Alberto Fernández. Fue lo primero que se escuchó y se leyó apenas concluyó el día de su cumpleaños difundiendo la noticia de que se había contagiado de Covid-19. A pesar de contar con la doble dosis de la vacuna Sputnik V. Razón suficiente para justificar la supuesta fortuna adversa (o producto lácteo en estado defectuoso, como se lee en los chats). La llegada de la pandemia a solo dos meses de su asunción y la situación económica del país completan el cuadro de desgracias para sostener aquella conclusión (y, también, justificar desaciertos). El recorrido corto de la vida de Fernández podría avalar el lamento. La biografía completa tal vez obligue a revisarlo. Las particularidades que lo llevaron a la presidencia no parecen las de un hombre de mala suerte.
Ya escribió Maquiavelo que “el hecho de pasar de particular a príncipe presupone o virtud o fortuna”. Vale aclarar que el florentino no entendía la virtud como atributo moral, sino como sinónimo de mérito, capacidad, audacia, coraje. Y Winston Churchill sentenció que “la suerte es el cuidado de los detalles”. Lecturas muy recomendables para cuando se deja Twitter.