Desde París. La identidad perdida
A menos de un mes del inicio de la Copa Mundial de Fútbol en Sudáfrica, sólo 5% de los franceses cree que su seleccionado puede salir campeón. Tan grande es el escepticismo que dos supermercados franceses, Saturn y Carrefour, lanzaron una campaña publicitaria en la que se comprometen a reembolsar el 100% de los televisores adquiridos en mayo si Francia gana la final. En apenas una semana, las ventas aumentaron entre 20 y 50% en relación a mundiales anteriores.
El episodio no dejaría de ser anecdótico si otros sondeos no demostraran que la sociedad francesa se encuentra en un estado de descreimiento casi total. Los franceses no creen en la política, y lo manifiestan a través de un aumento sensible de la abstención, de los votos en blanco o del voto de protesta. Tampoco creen en sus gobernantes: 66% estima que Nicolas Sarkozy "es un fracaso" como presidente, pero tampoco estiman a ningún otro dirigente.
Lo peor es el futuro. Tres cuartos de la población está convencida de que la economía irá de mal en peor y el calentamiento global nos llevará a un seguro cataclismo. También es cierto -y un reciente sondeo internacional lo confirma- que el francés es el pueblo que más se queja. Para los sociólogos, sin embargo, ese estado de casi depresión tiene mucho que ver con un sentimiento de pérdida de identidad, por una mal asimilada globalización.
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