La ideología no es una teoría
¿Qué hacemos con un libro importante? O más bien, ¿qué es un libro importante? Sin duda, ninguno lo es sino para ciertos ojos. Como escribió Felisberto Hernández en su Explicación falsa de mis cuentos: "No sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos".
Ahora bien, hay libros importantes en relación a la obra -y mirada- de su autor, como si fuesen una casa para siempre, la residencia última de su invención. Me refiero a la obra dispersa que encuentra su lugar o nuevo curso: confesiones que se prefieren póstumas, traducciones que enaltecen el texto original, o libros que reúnen ideas, sobre todo en obras ensayísticas, dando cuenta de la aventura del pensar. Es el caso de Las ideologías de la teoría (recién publicado por Eterna Cadencia), de Fredric Jameson, ensayista y teórico literario, uno de los referentes principales de la crítica cultural de los últimos años. Es un libro importante por los motivos mencionados, sus casi 800 páginas y la excelente traducción de Mariano López Seoane.
El grosor no quita la frescura. Los distintos ensayos reunidos -que van desde su renovadora postura crítica de "Metacomentario", de 1971 hasta la formulación final "El fin de la temporalidad", de 2004-, conforman un paseo intelectual regocijante por las distintas teorías y creaciones artísticas, en busca del sentido que hilvana la Historia, o la Historia que desfleca el sentido.
Empieza discutiendo con Susan Sontag y su arremetedor libro Contra la interpretación, de 1966; en el camino se topa con la gozosa resistencia de Mallarmé a la interpretación, y por ello mismo, precursor de la estética venidera ("Incluso la ausencia de toda necesidad de interpretación, es ella misma un hecho a interpretar", escribe el Jameson). Retoma otros materiales provistos por la literatura, retratos y cosmovisiones, como la misantropía de Swift o el tedio de Flaubert; y llega a un acuerdo sensato o pacífico, entre la literatura y la posteridad: "La novela puede pensarse como un intento de hacer un acuerdo con el Tiempo." Imagino a Madame Bovary estrechándole las manos a Cronos en busca de una redención novelesca… O la pobre Lolita, vida y corazón destrozados, hallando en la eternidad golosinas que le devuelven el sabor de su infancia violentamente arrebatada…
Jameson va trazando los modos de significar el sentido histórico a través de la obra de arte, que incluye también la arquitectura y la ciencia, el psicoanálisis y la filosofía. En su difundido ensayo "Periodizar los sesenta", que enlaza y desanuda los ismos (marxismo, estructuralismo, etc) relativiza también el criterio de verdad, cuestionado por el pastiche, la parodia, la intertextualidad. Escribe Jameson: "La filosofía se vuelve radicalmente ocasional: habría que llamarla teoría descartable, la producción de un metalibro, que será reemplazado por uno diferente la próxima temporada, antes que la ambición de expresar una proposición, una posición o un sistema con mayor valor de verdad." Desde esta perspectiva, la ideología es una malla floja del tiempo, incapaz de sostener la singularidad. Jameson le opone, con delicadeza y lucidez, la concepción lacaniana "como una forma históricamente original del descentramiento del sujeto, antes que como el lugar de la verdad." Por otra parte, el autor establece una relación profunda entre teoría y dialéctica, arrimándose al gozoso teorizar de Rolland Barthes, en su libro S/Z.
Dije que el libro es importante, quizá como bitácora intelectual: demuestra el pasaje de un pensador del marxismo, al estructuralismo, para luego inhalar los efluvios mundanos y finiseculares del posmodernismo y así llegar a una conclusión inesperadamente encantada, en su afán de comprender la estética de la historia y su construcción discursiva: "En la medida en que el análisis ideológico se asocia tan frecuentemente con un negativismo quejumbroso e irritable, puede ser apropiado subrayar el interés y el encanto que todos estos tópicos, dilemas y contradicciones pero también bromas y posiciones, siguen teniendo para mí."
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