Editorial III. La número 10 debe subsistir
Cuando los equipos de fútbol empezaron a utilizar coloridas vestimentas uniformes y, mucho tiempo después, cuando esas mismas camisetas comenzaron a tener números distintivos, nadie -es seguro- se habría atrevido a predecir que llegaría el día en que una de esas cifras habría de engendrar encendidas controversias.
Acorde, al parecer, con la acendrada tendencia vernácula a imitar costumbres foráneas -no siempre en forma acertada-, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ha dispuesto eliminar de su seleccionado la camiseta número 10. Se trata, según se explicó, de rendirle tributo de reconocimiento a Diego Armando Maradona, cuya trayectoria lo ha consagrado como el más eximio futbolista de toda la rica historia de ese deporte en la Argentina.
Calcada de un rito habitual, por ejemplo, en el basquetbol profesional norteamericano, esa determinación -tomada por iniciativa del presidente de la AFA, Julio Grondona, y aprobada por el voto unánime del consejo directivo de la entidad- ha generado numerosas opiniones en favor y en contra.
Nadie, que se sepa, se atrevería a negar las virtudes futbolísticas del crack, que ha sabido deslumbrar al mundo entero con un estilo vistoso y explosivo, acabada conjunción de picardía, habilidad y talento. Máxime si se tratase de sus desempeños en el seleccionado argentino, del cual fue líder en las conquistas de un título mundial de mayores, un subcampeonato del mismo nivel y otro, también mundial, juvenil.
Para millones de aficionados de todas las latitudes Maradona es un ídolo, incluso a pesar de que, lamentablemente, su vida privada haya tenido -y tenga- máculas que no se avienen con esa condición. El gran futbolista que es se sigue contradiciendo con el deportista cabal que nunca ha sido, entendiendo por tal a una personalidad transparente, despojada de comportamientos contradictorios y, por sobre todo, dispuesta a darle ejemplos positivos a esa juventud que siempre estuvo y está ávida de imitarlo.
Sería demostración de pleitesía excesiva, pues, rendirse a sus pies en forma incondicional , con el agravante de privar a las actuales y a las futuras generaciones de futbolistas de la distinción de poder volver a ponerse esa camiseta número 10 que Maradona ha compartido -téngase presente- con muchas otras grandes figuras que enaltecieron al fútbol nacional.
Si alguien se prestase a recapacitar acerca de esa decisión absurda -tal como ya lo hizo el propio Maradona- se evitaría una desmesura y, al mismo tiempo, tampoco prosperaría un probable motivo de conflicto: la Federación Internacional del Fútbol (FIFA) ha advertido que no admitirá ninguna excepción a la regla de que para la rueda final del próximo campeonato del mundo las camisetas deberán estar numeradas correlativamente del 1 al 23.
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