La partícula rebelde
Por una pirueta del destino, el 4 de julio de 2012 me tocó estar en la gran carpa armada en el campus de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (el CERN), muy cerca de la frontera entre Suiza y Francia. Fue el día en que se anunció al mundo que se había detectado una pieza clave del complejo rompecabezas que describe cuáles son las partículas elementales y cómo interactúan entre sí y que se perseguía desde hacía 50 años: el bosón de Higgs (apodado “la partícula de Dios”).
Éramos cerca de 600 periodistas llegados de todas partes del globo, cada uno tipeando frenéticamente la historia del gran hallazgo realizado por una colaboración internacional de un millar de físicos. Para hacerse una idea del entusiasmo que despertó el descubrimiento, incluso entre los legos, baste con mencionar que esa semana surcaron las redes digitales más de un millón de mensajes sobre el tema. Al principio, la frecuencia fue de 36 mensajes por hora; ese día, de alrededor de 36.000. Una de las más abstrusas elucubraciones de la física de partículas llegó a tener tanto rating como los récords olímpicos, los tsunamis o la vida amorosa de los artistas.
¿Qué decir? Seguir esa “novela” científica minuto a minuto fue emocionante y nos hizo correr ríos de adrenalina. Pero si alguno pensó que con eso se terminaba el misterio de las partículas subatómicas, estaba equivocado. Una noticia dada a conocer anteayer permitió conocer que, aunque todavía no adquirió la relevancia del bosón de Higgs, hay una partícula diminuta que parece rebelarse a las leyes de la física. Según se informó, esto sugiere que hay formas de materia y energía aun no conocidas para la ciencia.
Un equipo de 200 físicos de siete países parece haber corroborado que los muones, similares al electrón, pero 207 veces más masivos (se los llama “electrones gordos”), se permiten no mostrar la conducta prevista por las ecuaciones. O, como lo expresa Dennis Overbye en The New York Times: exhiben “un comportamiento aberrante”.
El veterano periodista científico comenta que durante un seminario virtual y una conferencia de prensa realizada el miércoles, Chris Polly, coordinador del equipo de investigación del Fermilab, el gran laboratorio de Chicago en el que se realizó el experimento Muon g-2, mostró un espacio en blanco en el gráfico que ilustraba los hallazgos; es decir, donde los resultados se habían desviado de la predicción teórica.”Podemos decir, con bastante confianza, que debe existir ‘algo’ que haya contribuido a generar este espacio en blanco –comentó el científico–. ¿Qué monstruos podrían estar acechándonos allí?”.
Por ahora, las mediciones que se conocieron son consideradas preliminares. Tienen aproximadamente una posibilidad entre 40.000 de haber sido por azar (en contraste con la seguridad que se tuvo sobre la detección del bosón de Higgs: una probabilidad en dos millones de que hubiera sido por casualidad), pero confirman otras realizadas hace 20 años en el Laboratorio de Brookhaven, también en los Estados Unidos. Por otro lado, apenas representan el seis por ciento de los datos que esperan reunir en los próximos años.
Entre otros motivos, los muones atraen la atención de los físicos por una curiosidad de las bizarras leyes que gobiernan el submundo de los átomos. Allí, según la teoría cuántica, el espacio “vacío” en realidad es un escenario en el que partículas virtuales existen y dejan de existir todo el tiempo. Además, se cree que estas “rebeldes” podrían explicar algunas de las grandes preguntas aun sin respuesta de la ciencia, como por ejemplo: qué es la materia oscura, esa que no detectamos con nuestros instrumentos, pero constituiría una cuarta parte de la masa del universo.He aquí otra trama en desarrollo ideal para amantes de misterios que nos fascinan desde que el mundo es mundo. Para seguirla con atención... Esta historia continuará.