La pesadilla de Facebook y los cuadernos Gloria
Militante, le agregaban tiempo atrás algunos al término "periodismo". ¿Militante de qué? ¿De una tendencia política? ¿De un movimiento social? ¿Del cine francés? ¿Del consumo de palta?
La verdad es sencilla: si es militante no es periodismo. Y punto. A no ser que se trate de un periodismo militante del periodismo, que significa ser militante de tener siempre en la mira al lector, a lo que ahora se da en llamar las audiencias. A esos lectores, a esas audiencias, todo. Lo que les gusta, pero también lo que no les gusta, lo que aún no saben que quieren saber, que también de eso se trata el periodismo.
Una semana atrás, mencionar los cuadernos Gloria implicaba un simple flashback a las épocas del colegio primario. Hoy son otra cosa, la prueba de que, sin periodismo, todo sería mucho peor. Algunos de los que aparecen en esos cuadernos promovieron la fantasía de la comunicación directa entre representantes y representados, entre los poderosos y el pueblo llano. Imaginemos una semana sin periodismo, siete días en los que la información esté a cargo de las redes sociales. Imaginemos los cuadernos Gloria en manos de Facebook y el periodismo militante. Y despertemos. No puede ser otra cosa que una pesadilla.