La posición argentina en la crisis nuclear con Irán
Por Carlos Conrado Helbling Para LA NACION
EL conflicto en materia atómica con Irán puede derivar en una seria escalada mundial en los próximos tres a cuatro meses. Teherán busca eludir los controles por parte de LA NACIONes Unidas respecto de su expansión nuclear. A su vez, Estados Unidos y la Unión Europea quieren asegurarse de que la capacidad nuclear de Irán sea utilizada únicamente con fines pacíficos y que no pueda llegar a contar con una bomba atómica en un plazo cercano. Los discursos provocadores del presidente iraní no ayudan a calmar las aguas.
Las decisiones que adopten, en última instancia, Rusia y China, con sus respectivos poderes de veto en las Naciones Unidas, contribuirán a definir la situación, del mismo modo que la adhesión o no de los otros países del mundo árabe en favor de Irán.
Es probable que, en las próximas semanas, el precio del petróleo sobrepase el record histórico de 2005 –cuando llegó a los 70,80 dólares por barril, después del paso del huracán Katrina–; los especialistas no descartan que el precio pueda ascender a más de 80 dólares en los próximos meses, estimulado a su vez por los inevitables especuladores. Los meses venideros, en fin, no presagian tranquilidad, tanto en materia de posibles enfrentamientos de intereses políticos como en los precios del crudo, los que pueden afectar a la economía mundial, empezando con las tarifas aéreas internacionales.
Además, hay que sumarle el duro invierno en los grandes países consumidores de energía, en América del Norte y en Europa. Los mercados de valores mundiales pueden verse afectados. Y nuestro país no estará ajeno a los acontecimientos y a eventuales alzas no controlables en los precios del crudo y del gas.
Como la Argentina presidirá, a partir del 1 de marzo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, muchos políticos y analistas del extranjero han realizado recientes visitas a Buenos Aires, para, si les es posible, conocer de antemano cuál será la actitud diplomática de nuestro país ante esta amenaza de conflicto internacional. Los Estados Unidos y la Unión Europea buscarán debatir en el Consejo de la ONU el tema de Irán, con el propósito de aplicar luego las medidas que allí se recomiende: conocer antes la actitud de nuestro país acerca de este tópico no es, pues, para las partes involucradas, un tema menor.
Aunque los tiempos son distintos y posiblemente nuestra política exterior lo sea también, vale la pena recordar una circunstancia, en cierta medida, parecida, que, en su momento, también tuvo trascendencia histórica para nuestro país. Me refiero al bloqueo naval selectivo de armas atómicas que anunciara, el 22 de octubre de 1962, el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, ante la colocación de rampas soviéticas en Cuba, construidas por expertos rusos, con cohetería atómica de medio y largo alcance, nada menos que delante de las narices de los Estados Unidos.
Al decretarse la cuarentena, veinticuatro barcos soviéticos ya estaban en camino hacia Cuba, llevando armamentos atómicos para construir y colocar allí cohetes, cabezas atómicas y cañones. Al día siguiente del anuncio del presidente Kennedy, se reunió la OEA, que aprobó por unanimidad la autorización en favor de cualquier miembro de la institución a adoptar medidas –incluso el uso de la fuerza– con el fin de legalizar la cuarentena a nivel interamericano. Ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos, ese mismo día, habían expresado la voluntad legislativa en el mismo sentido. Por la tarde, Kennedy ordenó poner en marcha esa audaz cuarentena. A partir de ahí, la decisión de avanzar o no quedaba en manos de los soviéticos.
Adoptada la decisión unánime por todos los países miembros de la OEA, el gobierno argentino, cuyo ministro de relaciones exteriores era Carlos Manuel Muñiz, no vaciló en anunciar que la Argentina estaba dispuesta a enviar dos destructores para cooperar con los Estados Unidos y otros países en la implementación del bloqueo. El gobierno argentino de entonces fue el primero en América latina en expresar su solidaridad en presencia de una amenaza común, de manera consecuente con sus compromisos hemisféricos. Ante esa fuerte jugada del presidente Kennedy, seis días después del anuncio, las 24 naves soviéticas recibieron la orden de cambiar de rumbo en pleno océano Atlántico y regresar a sus bases rusas.
El bloqueo, hábilmente jugado, nunca pasó de la amenaza a la acción. Pero, la Argentina, que fue la primera en apoyarla, fue percibida por la administración Kennedy como una nación confiable y aliada y el proceder fue ponderado y recordado por muchos años.
¿Por qué relato este episodio? Porque de ocurrir un clima de creciente tensión –que nadie desea– por la actitud de Irán, bastaría recordar a los actores principales, dentro del marco de las Naciones Unidas, que la Argentina defiende en todo momento las expresiones republicanas en aquellos países donde prevalecen la democracia y el respeto a las normas internacionales. Al hacerlo desde el inicio, se pondría una vez más a la vanguardia de los países del sur del continente, mostrando que no adopta posiciones ambiguas en desmedro de beneficios coyunturales.
La Argentina se encuentra ante la posibilidad de afianzar de manera clara sus objetivos en materia de política exterior. Buscamos inversiones extrajeras duraderas y sólidas. En los próximos meses el contexto internacional le dará a la Argentina la oportunidad de jugar a lo grande.