La universidad de la docencia: hacia una mayor jerarquización
En el sistema educativo de la Capital se ha venido haciendo progresivamente más notoria la merma de personal docente primario y secundario. Esta preocupante situación, que afecta el funcionamiento escolar, felizmente no se reitera en las jurisdicciones provinciales, donde -por el contrario ha crecido el número de alumnos en los profesorados. En el período que transcurre entre 2007 y 2015, aquel aumentó en algo más de un 60%, mientras que en el área porteña durante el mismo lapso la inscripción se mantuvo estancada, con una graduación de sólo 2300 nuevos docentes por año.
La carencia de personal suficiente en las escuelas no es nueva, pero se ha ido haciendo más notoria. En el nivel primario hay 144 cargos vacantes y en el secundario la situación es más grave aún, ya que falta personal para cubrir horas vacantes de matemática, lengua, biología, inglés, física y química. Estos datos de una realidad que se ha venido agravando han llevado a las autoridades del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires a promover un proyecto, ya elevado para su debate en la Legislatura, que jerarquiza la carrera docente, a la cual otorga nivel universitario.
Entre otros puntos, la propuesta procura que el título gane en prestigio y consideración. Seguramente, podrán influir otras causas en la declinación de las vocaciones por la enseñanza, pero lo que se ha propuesto resulta justificado. De ser aprobado el nuevo proyecto, la iniciación de la carrera se prevé para 2019.
Si bien sólo se ha difundido el proyecto en sus grandes líneas, la creación de un nivel universitario para los estudios docentes genera un compromiso de calidad para la formación. Si esta aspiración prospera y es aprobada en la Legislatura, el gobierno de la ciudad tendrá que reemplazar los profesorados actuales por un organismo de mayor jerarquía. Asimismo, la universidad de la docencia, según su nuevo estatus, también asumiría la función de la investigación educativa, con lógica autonomía en el planteo de su misión.
El nuevo proyecto de formación docente por ser debatido abre, por lo tanto, perspectivas atrayentes para una carrera cuya tradición se ha opacado en la Capital y necesita una propuesta realmente renovadora que genere otras perspectivas para el futuro. La iniciativa es valiosa y merece ser considerada desechando las habituales demostraciones de oposición por la oposición misma a nuevos e innovadores planteos.
El cambio es ambicioso y reclama un lógico análisis, pues va a replicarse en el interior del país, seguramente a corto plazo.
Es de esperar que autoridades, profesionales, alumnos y gremios docentes entiendan la magnitud de las tareas que impone una mejora profunda del sistema.