Las cosas que PISA no mide
La semana pasada se conocieron los resultados PISA, el programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que evalúa el rendimiento escolar de estudiantes de 15 años tanto en zonas rurales como en urbanas. En esta quinta edición, 65 países fueron evaluados tomando en cuenta las competencias de lectura, matemáticas y ciencia que los estudiantes despliegan cuando son confrontados con la necesidad de resolver situaciones problemáticas. Los resultados de la Argentina fueron muy malos tanto en términos absolutos como relativos.
Algunos actores del sistema educativo argentino recelan de PISA. Pero aunque haya un debate sobre la legitimidad de este tipo de evaluaciones, lo cierto es que al menos nos permite compararnos con nosotros mismos y, por eso, sus resultados no deben desestimarse. Es fundamental seguir trabajando para mejorar en las dimensiones que evalúa PISA con acciones y políticas de corto, mediano y largo plazo, que atraviesen cualquier gobierno de turno y que involucren a toda la sociedad.
Sin embargo, hay cosas que PISA no mide. Hay dimensiones de calidad de aprendizajes, como la creatividad o las habilidades no cognitivas, y más aún, dimensiones sociales, como la solidaridad o la formación ciudadana, que no son tomadas por los investigadores de PISA.
Además de transmitir saberes, la escuela secundaria tiene la función de integrar a la población juvenil a la sociedad. Su función, entonces, es también formar ciudadanos activos, responsables y comprometidos con la suerte de su país, que puedan contribuir al desarrollo colectivo.
Por eso es importante que la escuela secundaria busque implantar los conocimientos valorados por la sociedad en que vivimos. También, que trabaje la forma de vinculación de los alumnos con el conocimiento, con la institución, con sus pares, con los docentes y con toda la sociedad.
Las habilidades no cognitivas o socioemocionales son muy importantes a la hora de lograr una mejor trayectoria educativa. La autoestima, la capacidad de esforzarse, de perseverar, de empatizar con otros, entre otras, marcan la forma en que un individuo se relaciona con el mundo y con su propia formación. Por ejemplo, la motivación tiene un peso fundamental para los logros académicos, tanto como la valoración del propio esfuerzo es un gran predictor de buenas notas.
Estas habilidades son maleables, por lo que no debemos perder la oportunidad de trabajar para desarrollarlas en el momento especialmente fértil de la escuela secundaria. Sin duda, las familias resultan fundamentales en este punto, pero también lo es la escuela, que puede tener un rol mucho más activo que el que hoy tiene en su desarrollo.
Más aún, si trabajásemos para desarrollar habilidades socioemocionales o no cognitivas incluso mejoraríamos nuestra performance en lo que PISA sí mide. Ademas, tendríamos mejores resultados en ausentismo, el clima de clase y la felicidad en el aula -en los que la Argentina tiene también muy baja nota- si trabajásemos el modo en que, por ejemplo, los alumnos se vinculan entre sí y con la escuela de hoy.
Es importante para nuestro futuro que desarrollemos otras mediciones que nos permitan saber cómo mejora o empeora la implantación de otras habilidades fundamentales para nuestro desarrollo como país.
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Agustina Cavanagh