Los brotes verdes no eran lo que se esperaba
Un enemigo mortal acecha a economistas y políticos. Como los augures y videntes están obligados a anunciar acontecimientos, pero compiten en desventaja. La ambigüedad no es admitida cuando las urgencias son extremas. Aunque muchos gobernantes sean tan indescifrables como antiguos oráculos. No basta tampoco con anunciar lo que sucederá sino cuándo ocurrirá. La paciencia no es eterna ni toda necesidad, postergable. Ya lo dijo Charles Baudelaire: "Aunque se ponga el alma en trabajar (...) nuestro tiempo es corto".
Si el arte de la adivinanza no le fue dado a todos, tampoco el don de interpretar los arcanos. Es un hecho: nadie logró descifrar algunos augurios del pasado reciente. Nadie nos dijo o que el crecimiento sin fin del dólar, desbordado desde hace algo más de un año, era lo que anunciaba la profecía de los "brotes verdes". O que el segundo semestre fuera el que estamos atravesando. El citado poema de Baudelaire se titula "La mala suerte". Integra su más famosa obra: Las flores del mal. Casualidades poéticas. Metáforas malditas.