Los costos de la mentira

Nada se puede edificar sobre el odio, la mentira y la gambeta sistemática de la propia responsabilidad, buscando culpables de todo en el pasado. La Argentina va a ser mejor cuando construyamos desde la verdad, la unidad y la responsabilidad. Frente a un problema cualquiera, hay dos caminos posibles: el de los que se hacen responsables de la situación, miran al futuro y buscan la solución, o el de quienes miran al pasado, buscan un culpable diferente de ellos y niegan u ocultan el problema. Nuestro gobierno viene transitando el segundo camino. Hay que construir el acceso al primero.

Cuando uno se hace responsable de una situación, lo que hace es mirar al futuro y asumir una posición constructiva desde la verdad. Si un arquitecto debe construir una casa, analiza la verdad de sus recursos y del medio, analiza las necesidades y problemas y opera con esos recursos con creatividad para resolverlos. La pasión que ponga, el amor que invierta, le permitirá construir una solución a futuro. Si, en cambio el mismo arquitecto no se quisiera hacer responsable de la situación, deberá buscar responsables del problema en el pasado (los "culpables" están siempre en el pasado), deberá mentir sobre los medios con que cuenta y sobre su propia capacidad constructiva, deberá generar odio contra el supuesto culpable. No satisfará las necesidades ni resolverá los problemas, pero se sentirá salvado por su mentira. Lo malo para los demás es que no hará la casa; lo malo para él es que la mentira no salva.

Me pregunto cuál ha sido la actitud del Gobierno cuando enfrentó dificultades, cuando se queda sin energía, cuando se desborda la inseguridad, cuando no hay productos, cuando la inflación desemboca en el desempleo después de 10 años de gestión: las culpas fueron de 2001, de los 90, de 1976, de 1910.

Por ejemplo, en este final de 2012, mientras ciertas hordas saqueaban supermercados para llevarse plasmas y no verduras, el jefe de Gabinete anunció en conferencia de prensa que le iban a quitar un predio a la Sociedad Rural Argentina. Es de manual. El "culpable" de nuestros males es la "oligarquía de 1910", escenificada por la Sociedad Rural (la "oligarquía ganadera, terrateniente, antipatria, entreguista, antipopular"). Está bueno para generar el odio de quienes sienten que sus males o nuestros males obedecen a otro; el odio será mayor si el otro es "poderoso" ("los grandes intereses concentrados", por ejemplo).

Desde un lado, el lado del culpable, el pobre tambero de Metán, socio de la Rural, se mostrará sorprendido al enterarse de que es tan poderoso y tan malo como lo pintan. Lo mismo le pasará al gran sojero, socio de la Rural, que lo que quiere es pasar desapercibido, lo más lejos posible de cualquier gobierno, ajeno absolutamente a la política desde hace varias generaciones, para su vergüenza. Desde el otro lado, el lado del problema, está claro que la inseguridad no tiene que ver con los chacareros sino con la droga, con el crimen organizado, con la corrupción política o policial y con la exclusión social de un país sin ley y por lo tanto sin progreso. La mala noticia para nosotros es que el problema no se solucionará, aunque el Gobierno tenga su "relato", cada vez menos creíble, en irremediable decadencia.

La mentira del Indec, la división destructiva, la mirada al pasado y la irresponsabilidad de los gobernantes no será el camino.

Mirando la sociedad desde su oficio, el arquitecto Frank Lloyd Wright enseñaba: "En los tiempos antiguos los pueblos estaban rodeados de muros fortificados. Cuando la fuerza era el derecho, progresaron los capitanejos, los barones, los piratas y los bandidos. Con el tiempo, por medio de la desesperación popular provocada por las discordias reales, que empleaban más hombres en la destrucción que en la construcción, los gobiernos fueron adoptando gradualmente la forma republicana, hasta que en nuestros tiempos terminó por imponerse la idea del gobierno democrático". Luego, decía Wright, la arquitectura de la democracia y del comercio en paz tuvo otros problemas, pero, en sus palabras, "la raza humana creó con mayor nobleza cuando sus limitaciones fueron mayores, cuando tuvo que exigir más a su imaginación para poder construir".

El camino es que el derecho sea el de la Constitución y no el del poder; el camino es el de la verdad, aunque por un rato duela; el camino es el de la unidad y el respeto del otro; el camino es hacernos responsables, para estar cerca de los más necesitados, ser más representativos, ser elegidos y aplicar la enorme energía de los argentinos a una construcción de futuro que, realmente, no tiene límites a la vista.

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