Desde Washington. Los costos del sueño americano
Son estos días de mucho mentar a Sarmiento en nuestro país.
El asunto viene a cuento porque aquí, en el corazón de la superpotencia, las cosas no andan bien para la educación pública. Esa que en la Argentina es de delantal blanco y oportunidades para todos. Y que, aquí, es de colectivo anaranjado recogiendo a niñitos entre casas ajardinadas, tal como nos ha mostrado Hollywood hasta el cansancio.
La cosa, sin embargo, también tiene sus bemoles. En el corazón del poder, a los maestros les cuesta hacerse oír. Hasta hace unos días, llevaban cinco años -sí, cinco años- diciendo que la cosa no va bien. Y negociando con las autoridades por una función que viene en declive. Apenas ahora llegaron a un acuerdo y lograron un aumento de sueldo.
Pero, como no hay plata, para ese aumento hubo que apelar a la ayuda privada: Washington salió con la canastita y logró reunir donaciones particulares por 64 millones de dólares para pagar a los maestros. El dato es abrumador -nunca había ocurrido antes, dijo The Washington Post - y es, también, reflejo de hasta dónde pega la crisis en esta interminable depresión.
Para colmo, las escuelitas de esta ciudad no tienen la mejor fama. Y la privada es carísima. Para sus hijas, el presidente salva la situación con un colegio privado de bonito nombre donde la tarifa asciende a 30.000 dólares por año (comedor y libros, aparte). Una opción que no es para todos.
El sueño americano necesita dinero, mucho dinero. Esa es la parte que no siempre se sabe.
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