Los hospitales no deben ser objetivos de guerra
Hasta la guerra tiene reglas. O eso creímos siempre. Sin embargo, durante el último año y medio los ataques contra estructuras médicas se han convertido en una práctica mortífera y habitual en muchos de los países en conflicto en los que trabaja Médicos Sin Fronteras (MSF). Hospitales, personal sanitario y pacientes han sido arrastrados hasta formar parte del campo de batalla, impidiéndonos, como organización humanitaria, llevar a cabo nuestra labor principal de prestar atención médica y salvar vidas.
En las guerras de hoy somos constantemente testigos de cómo mujeres, niños, enfermos y heridos están siendo asesinados en lugares donde deberían estar protegidos y de las devastadoras consecuencias humanitarias que implica para comunidades enteras quedarse sin atención médica en el momento que más la necesitan. Durante 2015, 106 bombardeos aéreos y ataques con bombas golpearon 75 hospitales manejados o apoyados por MSF en Siria, Yemen, Afganistán, Ucrania y Sudán. Y en lo que va de este año, ya sufrimos otros 34 en Siria y Yemen. Estos ataques están haciendo, literalmente, la vida imposible.
Los Convenios de Ginebra, cuyo propósito es limitar los efectos de la guerra protegiendo a los civiles -incluyendo pacientes, personal médico y estructuras sanitarias-, no son para nosotros un marco jurídico abstracto. Para nuestros equipos en el terreno que están en la primera línea, y para nuestros pacientes, marcan la diferencia entre la vida y la muerte. Estos protocolos deberían haber sido suficientes para proteger a colegas como Abdul Kareem al Hakeemi, Lal Mohamed, Nasir Ahmad, Abdul Salam; todos compañeros -médicos, enfermeros, limpiadores, guardias, farmacéuticos- que perdieron la vida en ataques intencionados a hospitales en países como Yemen y Afganistán. Es incuestionable que el personal de salud debe poder prestar atención médica a todos aquellos que lo requieran, tanto a la población civil como a los integrantes de los bandos en conflicto, independientemente de su pertenencia política, ideológica o religiosa.
En medio de estos graves incidentes en los que existe un total desprecio por la actividad médica y las normas que rigen los conflictos bélicos, MSF da la bienvenida a la reciente resolución aprobada por el Senado de la Nación Argentina que condena el ataque contra estructuras médicas, promoviendo el respeto al derecho internacional humanitario (DIH) y el cumplimiento de la nueva resolución 2286 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre atención médica en conflictos armados.
Si permitimos que estos ataques se normalicen y no se rindan cuentas por ellos, entonces estamos dando un cheque en blanco a todas las partes beligerantes. Si bien la resolución 2286, aprobada de forma unánime en mayo pasado, se presenta como una nueva oportunidad para reforzar la protección de hospitales y civiles en zonas de guerra, al día de hoy nada parece estar haciéndose para evitar que el personal médico y los pacientes se conviertan en objetivos. Sin una acción decidida, estos gestos públicos no tienen ningún sentido para las víctimas. Al día de hoy, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, bien de manera directa o indirecta a través de las coaliciones a las que apoyan, han atacado estructuras médicas apoyadas por nuestra organización. Esto es inadmisible.
Esperamos que el Senado argentino, como órgano representativo a nivel nacional, sea una cámara de resonancia ante la sociedad y ante todos los entes y foros internacionales posibles, para que este mensaje llegue con más fuerza.
Desde MSF continuaremos denunciando estas violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario con la legitimidad que nos otorga el testimonio directo de nuestros médicos en el terreno. No dejaremos de solicitar investigaciones independientes que determinen las responsabilidades en cada uno de estos ataques. Porque pedir o dar asistencia sanitaria no debería ser una sentencia de muerte en ningún lugar del mundo.
Director de la Oficina Regional de Médicos Sin Fronteras en Buenos Aires
David Cantero Pérez