Macri, ante dos situaciones inéditas
Todo puede cambiar y borrar los escenarios establecidos de un momento a otro. Es la crisis la que impone hechos inesperados y desdibuja todos los proyectos. Si, por fin, una cierta normalidad hace viable el escenario original, las elecciones prometen uno de dos hechos inéditos y contrapuestos. Mauricio Macri será protagonista de una de esas dos situaciones. Si gana, será el primer presidente en lograr la reelección a pesar de la adversidad económica. Si pierde, será el primer presidente en ser derrotado en el intento de conseguir la renovación consecutiva de su mandato. Ambas situaciones parecen simples anécdotas estadísticas. Y lo son. Pero esconden, sin embargo, rasgos esenciales de nuestra cultura del poder.
1) Por un lado, el fuerte sistema presidencialista imaginado a mediados del siglo XIX por Juan B. Alberdi para dar fortaleza a la conducción de un Estado aún en gestación, a imagen y semejanza de la Constitución norteamericana.
2)Y por el otro, una vez superados los violentos enfrentamientos ideológicos de la década del setenta, la persistencia de una crisis económica crónica como principal factor de desestabilización política.
La prevalencia de uno de esos dos factores puede significar una clave para explicar el resultado final de la serie de elecciones que comenzarán en las PASO de agosto y terminarán con el ballottage de noviembre.
Ser presidente es una enorme ventaja en una competencia electoral, en especial si se carece de escrúpulos y de controles para usar y abusar de los recursos del Estado en beneficio propio. El peronismo generó tres ciclos hegemónicos de una década (45/55, menemismo y kirchnerismo), montado en la comodidad de utilizar todos los recursos públicos en su favor. No se trata solo de cuestiones materiales, sino también de la ventaja de tener la iniciativa desde el poder. Macri tiene ahora esa ventaja. Que la sepa utilizar y que lo haga sin pudor, como los presidentes peronistas, es otra cosa.
La crisis como barrera para ganar elecciones es un dato fácilmente comprobable. Los candidatos a la reelección siempre necesitaron al menos maquillarla y anclar sus posibilidades en otros factores. Es lo que explica que Macri haya convertido en eje de su campaña el contraste con el kirchnerismo hasta tornar a la expresidenta en una rival imprescindible.
¿Qué sería de la candidatura de Macri si Cristina Kirchner decidiera bajarse de la competencia?, preguntan desde los sectores del peronismo que todavía esperan que la senadora no compita. La situación es de tal incertidumbre que también quienes dicen defender a Macri cada vez que el dólar salta vuelven a plantear que sería mejor la candidatura de María Eugenia Vidal. El Presidente quedó casi obligado a decir que él será el candidato, mientras Cristina evita exponer su ambición de regreso para no perder los beneficios que le entrega el silencio, más allá de su ingreso a la vida literaria. Uno ya tomó la decisión y mostró su juego: ser una garantía contra el populismo y pedir clemencia por los resultados económicos. Su adversaria sigue ocultando si lo será, como si la prolongación del suspenso pavimentara su regreso a sus días de relato por cadena nacional.