Macri y Milei: yo te amo; yo tampoco
Piensan parecido. Uno es presidente; el otro ya fue. El jefe del Pro ofrece “músculo” que el Gobierno no pide. El líder de LLA dice que no se va a enojar.
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Los presidentes departen en la soledad nocturna de la residencia de Olivos sin exigencias de reloj ni de protocolos el lunes último. ¿El temario?: escenarios presentes y futuros del país. El menú es frugal: milanesa con ensalada.
Javier Milei escucha, a manera de gentil anticipo, consideraciones que su interlocutor, Mauricio Macri, pronunciará días más tarde públicamente sobre la marcha del gobierno libertario. “Nunca me voy a enojar con usted, presi”, lo tranquiliza el actual jefe del Estado, cuando escucha las objeciones que tiene pensado hacerle.
Se hablan con franqueza. Se tratan con confianza. Piensan parecido. Esta vez, el anfitrión no le mostrará los perros, como en marzo. Cuando el verano todavía no se había retirado, el líder de Pro pisó de vuelta esa casa en la que vivió los cuatro años de su mandato por primera vez desde diciembre de 2019. Tuvo una sensación agradable y extraña al mismo tiempo, por el gran alivio de ser ahora solo visita y ya no cautivo principal de esa jaula de oro.
Milei y Macri son dos personajes singulares que se hicieron célebres antes de entrar en la política, algo que no parecía estar en los planes originales de ninguno de los dos.
El mundo del fútbol, los negocios y la vidriera frívola de las revistas fueron el hábitat habitual de Macri por años. Pero la política no fue un capricho pasajero: desde que ingresó en ella, en 2003, ya nunca más se fue e hizo carrera hasta coronar como presidente de la Nación.
Para Milei fue todo mucho más rápido e inorgánico porque se hizo conocido a partir de sus brusquedades televisivas agitando su bandera libertaria, que siempre rindieron buen rating.
Desde su ingreso en la política, a Macri le llevó trece años llegar a la presidencia de la Nación; a Milei, apenas dos. Macri ya venía con la experiencia de dos mandatos de gestión como jefe del gobierno porteño y contaba con el respaldo de tres partidos (además de Pro, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica). Milei nunca pasó antes por ningún cargo ejecutivo y solo lo sostiene un partido en formación, como LLA.
Milei reconoce en Macri al antecesor necesario, el que abrió la brecha. Macri reconoce en Milei la encarnación de aquella precognición que tuvo cuando ya se iba del poder: que el ciclo populista estaba cerca de llegar a su fin y que las ideas liberales volverían a ponerse en juego, pero de manera más acelerada y sin tantas vueltas.
Macri ve en Milei el espejo de lo que no pudo ser porque no contaba con el mandato para ir a fondo ni, tal vez, con las agallas ni el temperamento para hacerlo. La sociedad tampoco estaba convencida, a fines de 2015, de la necesidad de acompañar un ajuste descomunal. Pero el gradualismo y los errores autoinfligidos condujeron de vuelta al kirchnerismo y eso el votante macrista no lo perdonó. Para colmo, las propuestas electorales de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich no estuvieron a la altura y potenciaron el temor de que votando por alguno de ellos la posibilidad de un quinto gobierno kirchnerista fuera aún más factible. La irrupción de Milei constituyó una instancia superadora y un mayor reaseguro para escapar de lo que más temían y obraron en consecuencia.
En ese lugar de la historia aparece atrapado ahora Mauricio Macri, algo que quedó del todo explícito en la semana que acaba de transcurrir, en la que tuvo su cuarto de hora de enorme protagonismo escénico. Fue tema continuo de conversación en las redes sociales y su discurso desde el Arenas Studios de La Boca, ante 1400 dirigentes de Pro, se convirtió en una virtual cadena nacional en las señales de noticias.
El problema es que el líder de Pro ofrece una ayuda que el Gobierno no le estaría requiriendo. Entonces ciertas lecturas invierten el sentido de la movida y aducen que Pro solo busca espacios y cargos de manera más formal. Tras ocho meses de no acceder a entrevistas largas, Macri aún sigue en pleno raid mediático de notas en medios tradicionales y de streaming capitalinos y provinciales, que proseguirá hoy y mañana.
¿El mensaje? “Queremos darle músculo al Gobierno”, sería la síntesis de la idea que apunta a brindarle más cohesión a una gestión caracterizada por la dispersión.
Macri dijo en TN que Milei “es un león en la defensa de la narrativa”. Y, por si fuera poco, cuenta en las sombras con un estratega en esas lides intrigante y eficaz como Santiago Caputo. Está claro que el gobierno de LLA no quiere ser apenas el “segundo tiempo” de Macri, que son otra cosa, aunque puedan coincidir en una cantidad de temas.
El expresidente tiene otro esfuerzo titánico entre manos: reconfigurar un nuevo Pro sobre las cenizas aún humeantes de Juntos por el Cambio. Desperdició su resonante relanzamiento para dar indicios de por qué habría que votarlos el año que viene.