Maestros de la escritura, de Castillo a Laiseca
Sucedió en los 70, los años duros de la represión: las voces estaban sofocadas y estaban prohibidas las reuniones de más de tres personas en los espacios públicos, de modo que las conversaciones literarias y las revistas en que publicaban los escritores (sobre todo los escritores más jóvenes) encontraron cauce en los talleres. Decenas, cientos de autores noveles asistieron a esas reuniones semiclandestinas, y allí muchos fueron encontrando (quizá sea el propósito central de ese aprendizaje) una voz propia. Abelardo Castillo, según ha dicho él mismo y nadie se atrevió a desmentirlo, fue quien los inventó cuando inauguró El Escarabajo de Oro. Pero nadie había contado su historia. Maestros de la escritura (Liliana Villanueva, Ediciones Godot) lo hace mediante las voces de Castillo, Liliana Heker, Alberto Laiseca, Hebe Uhart, Alicia Steimberg, María Esther Gilio y Leila Guerriero. Mitad manual para aspirantes, mitad memoria breve, el volumen devela la arquitectura del oficio y parte de una historia (la de la enseñanza de la escritura) que tiene antecedentes, entre otros, en Borges, Cortázar y Piglia.