Magia nocturna
Tiene aires de hada. Una mariposa más nocturna que oscura; una imagen leve, extraña, al borde de lo incomprensible. ¿Qué hace una bailarina danzando en el medio de algo que se parece demasiado a la nada? ¿Dónde está su público, las voces del escenario, el encanto de las luces? Qué llevó a esta figura grácil a desplegar en soledad tules y pasos modestos, es la pregunta. Por qué hacerlo ante el vacío de un mercado despoblado, irreconocible, silencioso. La bailarina vive en el Kurdistán sirio. Porta en la piel el saber largo de las catástrofes. Lleva en el cuerpo la humanidad de los que resisten. El ímpetu discreto de quienes saben que siempre hay que seguir adelante. Por eso ahora, cuando la pandemia arroja su carga y la ciudad de Qamishli se repliega en el obligado aislamiento, la danzarina anónima regala a su gente un pequeño gesto de belleza.