Más allá de la ideología
A nivel internacional existen pocos casos en que dos países vecinos hayan podido transitar de las vicisitudes que nos mantuvieron próximos a un conflicto bélico en la década del 70 a los niveles de integración e interdependencia que evidencia hoy la relación bilateral entre la Argentina y Chile. En un poco más de tres décadas, hemos pasado de aquellos días complejos a lo que hoy constituye una verdadera institucionalización de intereses comunes expresados en los más variados ámbitos.
En lo económico, contamos con un intercambio comercial que supera los 5000 millones de dólares, con una balanza comercial favorable a la Argentina. Adicionalmente, varias empresas chilenas han podido desarrollar exitosamente sus inversiones en la Argentina, contribuyendo al crecimiento que viene demostrando la economía de este país desde hace ya un tiempo.
Las expectativas de ir más allá, ampliando la visión conjunta hacia los mercados del Asia Pacífico, es el próximo paso que deberíamos atrevernos a dar de manera concreta. Los denominados comités de integración, en los que provincias argentinas y regiones chilenas trabajan por una mayor conectividad y facilidades de tránsito, hacen aquello aún más evidente.
En el ámbito de la defensa también encontramos avances destacables que en la práctica nos han llevado a eliminar toda hipótesis de conflicto. Así, un sistema de homologación de los gastos militares y la creación de una fuerza de tareas combinada denominada Cruz del Sur, puesta conjuntamente al servicio de las Naciones Unidas, constituyen una muestra evidente de los niveles de entendimiento logrados entre las Fuerzas Armadas, con el respectivo mandato político de ambos gobiernos.
El Tratado de Maipú, suscripto en 2009, junto con el Tratado de Paz y Amistad de 1984, viene también a formalizar los diversos aspectos de la relación bilateral incluyendo -de manera expresa- importantes proyectos de conectividad, como el Trasandino Central o el Túnel de Agua Negra.
Es necesario destacar que gran parte del avance en el acercamiento entre ambos países se produce a partir del retorno de la democracia en Chile, en el año 1990, y muchos explicaban este nuevo entendimiento por la sintonía política que se veía a ambos lados de los Andes. Sin embargo, quedaba abierta la pregunta sobre qué pasaría tras el cambio que votaron los chilenos luego de veinte años de Concertación, eligiendo presidente a Sebastián Piñera.
A casi un año y medio de la nueva administración, se ha demostrado que el dinamismo de la integración se mantiene y surgen nuevas fórmulas para profundizarlo. Las señales son varias, siendo una de ellas la primera reunión entre gobernadores argentinos e intendentes chilenos, celebrada recientemente en el Palacio de La Moneda.
Y si bien un paréntesis particularmente doloroso fue la decisión de otorgar refugio a un hombre requerido por la justicia chilena por el homicidio del senador Jaime Guzmán, cuestionando a la justicia chilena y contradiciendo a la Corte Suprema argentina, esperamos que se siga construyendo la integración con el dinamismo actual. Asimismo, mantenemos la esperanza de que el gobierno argentino permita a las instituciones chilenas pronunciarse respecto de un reclamo por los derechos humanos que clama la familia del asesinado senador, sus seguidores políticos y, transversalmente, todos los partidos políticos chilenos con representación parlamentaria, con excepción del Partido Comunista.
© La Nacion
Hernán Larraín