Más días de clases perdidos
Los paros docentes de estos días volverán a colocar a la Argentina lejos de su de por sí modesto objetivo de alcanzar 180 días de actividad escolar
Si se observa el ranking de los países de acuerdo con un informe oficial de la OCDE concerniente a los logros de los aprendizajes en relación con los días y horas de clases establecidos, el nuestro está ubicado en el puesto 17º en cuanto se refiere al nivel de la enseñanza primaria, con un plan de 180 días previstos de actividad escolar y cuatro horas diarias de clases. Pero hay que aclarar que tales cifras son parte de un calendario oficial que se fija antes de la iniciación del ciclo lectivo y que al concluir el año dicha estimación se ve alterada con frecuencia, tanto por huelgas docentes y feriados imprevistos como por jornadas de capacitación docente, todo lo cual modifica el plan inicial de trabajo escolar.
Lo cierto es que en los últimos años la Argentina estuvo muy lejos de cumplir con aquellos 180 días de clases estipulados. Y este año, muy probablemente, no será la excepción, en vista de que los gremios docentes han vuelto a recurrir a los paros para presionar a las autoridades, con los alumnos como rehenes, para potenciar sus demandas salariales. Ayer, el Frente de Unidad Docente Bonaerense llevó a cabo un paro en escuelas de la provincia, en tanto que dos gremios de trabajadores de la educación de la ciudad de Buenos Aires convocaron a otro cese de actividades para hoy.
Independientemente de esta pérdida de horas de clases, que muy rara vez pueden ser recuperadas, los alumnos argentinos, si cumplieran con los 180 días obligatorios de clases, equivalentes a 720 horas anuales, se encontrarían entre los que menos tiempo de enseñanza reciben en la región.
Pueden citarse en tal sentido los 201 días de clases de Brasil; los 200 días de actividad, con un total de 1000 horas de clases, de Colombia; los 200 días y 800 horas de México; los 198 días y 1188 horas de Costa Rica, y los 198 días y 1157 horas de Chile, que superan en datos cuantitativos a nuestro país, dentro de un ranking mundial encabezado por Japón, con 201 días, a pesar de que la cantidad de horas de clases previstas sea menor (742).
Es de tener en cuenta que en nuestro sistema estatal se vienen reduciendo anualmente días y horas de clases por efecto de los paros de actividad, principalmente a causa de reclamos salariales. La provincia de Santa Cruz encabeza la lista en este aspecto, ya que entre 2016 y 2017 la cursada escolar solo alcanzó el 50% de lo previsto, lo que llevó como consecuencia a dilatar el comienzo del ciclo lectivo actual hasta fines de marzo. Ese prolongado cese de actividad docente obró para reducir los programas de estudios de los niveles primario y secundario, lo cual conspiró también contra la realización e información de los resultados de las denominadas pruebas Aprender. Algo semejante ocurrió en otras provincias patagónicas, como Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego, donde se informó oficialmente que la cantidad de pruebas Aprender no eran suficientes en el proceso de las evaluaciones, de acuerdo con los requerimientos establecidos. La Argentina ha quedado en mora por no cumplir con la ley 26.075/05, cuyo texto incluía la ampliación de la jornada escolar, que solo se verificó de modo limitado, según lo señaló el especialista Alieto Guadagni. Tampoco en la prueba PISA 2015 figuró nuestro país en el ranking final, dada la existencia de irregularidades en la toma de dicha evaluación.
Juan María Segura, experto en innovación y gestión educativa, formuló críticas al país por legislar erróneamente, como ocurrió en 2005, con la propuesta ampliada de la jornada escolar, antes aludida, sin contar con la infraestructura suficiente para hacerla posible. Del mismo modo ocurrió con la obligatoriedad de la escuela secundaria por ley, sin fijar sanciones por su incumplimiento, lo cual influyó en que se produjera un 50% de abandonos. Las observaciones críticas de Guadagni y Segura revelan la distancia que separa el discurso político de la realidad escolar. Asimismo, merece observarse la lentitud de las innovaciones por introducirse a fin de posibilitar la realización de los cambios necesarios.
La obligación se cifra en la propuesta de una "escuela de calidad", de acuerdo con palabras de Guadagni. Para alcanzar esa meta es indispensable que el calendario escolar se cumpla y, siendo los objetivos de la educación propuestas a largo plazo, es menester la firme continuidad del esfuerzo de la enseñanza, sin debilidades ni claudicaciones.