Mensajes contra la drogadicción
LA campaña de carteles callejeros contra la maldita cocaína , lanzada por el secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, ha provocado los más dispares comentarios.
Se le reprocha a esta detonante ofensiva publicitaria cierto visible oportunismo, determinado por su coincidencia en el tiempo con el cuadro de hipertensión de Diego Armando Maradona y su deambular por clínicas de Punta del Este, Buenos Aires y La Habana. A ese reparo, Lopérfido ha respondido con el argumento de que su intención, justamente, fue aprovechar el fuerte impacto emocional que la situación del ex número 10 de la selección nacional provocó en la sensibilidad popular.
Desde un punto de vista estrictamente publicitario, la explicación del secretario de Cultura yComunicación es acaso valedera. Pero si se la analiza en función de los complejos requerimientos profesionales y técnicos que plantea la lucha contra la drogadicción es indudable que la campaña fue apresurada e inconsulta.
Las acciones publicitarias destinadas a prevenir contra los daños que ocasiona el consumo de sustancias nocivas _especialmente cuando se trata de drogas como la marihuana o la cocaína_ deben insertarse en un cuadro estratégico global y orgánico; además, deben tener un desenvolvimiento sistemático, en el contexto de objetivos y finalidades perfectamente definidos. Las campañas no pueden responder a reacciones impulsivas o espasmódicas, pues se corre el riesgo de que los resultados sean contraproducentes.
La lucha contra las adicciones exige, a veces, graduar muy hábilmente la tónica de los mensajes que se envían a la población. Un ataque demasiado frontal contra determinada droga puede ser, en determinado momento, desaconsejable. Puede ocurrir que en una situación dada resulte preferible una aproximación más sutil y delicada al problema que se intenta abordar.
Llama la atención que para la campaña no se haya requerido la opinión o el asesoramiento de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción yLucha contra el Narcotráfico, cuya titularidad asumió recientemente el doctor Lorenzo Cortese. Por elementales razones de metodología y buena organización, ese organismo técnico debió haber sido consultado.
Un ejemplo de lo que suele ocurrir cuando la improvisación y el efectismo fácil prevalecen sobre la búsqueda de métodos de comunicación pública racionales y orgánicos fue la desafortunada campaña "Sol sin droga", que se intentó en otro tiempo con la participación, justamente, de Maradona. El afán exitista llevó en ese momento a un grupo de funcionarios a provocar la intervención protagónica de un astro del fútbol con antecedentes como adicto a las drogas. El recurso fue desacertado en sí mismo y el desenlace resultó más desdichado todavía a la luz del comportamiento ulterior del deportista convocado. Nadie pone en discusión la necesidad de que el Estado nacional participe activamente en las campañas contra el consumo de drogas. Tampoco se cuestiona el hecho de que la actual Secretaría de Cultura yComunicación tenga algo o mucho para decir en esa materia. De lo que se trata es de lograr un funcionamiento armonioso e interactivo entre los distintos organismos gubernamentales, que permita aprovechar la creatividad y el dinamismo de todos en función de una única política de Estado, sostenida y certera.