Mercosur: ¿sí o no?
Esta es la gran pregunta que ha surgido después del triunfo de Jair Bolsonaro, quien será el presidente de Brasil en poco tiempo, y de las declaraciones relacionadas con el posible nombramiento Paulo Guedes como superministro de Economía. "El Mercosur no es una alianza prioritaria para Brasil", declaró Guedes, aunque después relativizó esta afirmación.
¿Cuál es la verdadera realidad del Mercosur? Esta entidad surgió como resultado del tratado Brasil-Argentina de empresas grandes, como Autolatina (Ford y Volkswagen), Bunge y Born y otras que habían encontrado un sistema de efectuar operaciones financieras y comerciales entre ambos países, que funcionó bien. Posteriormente, se agregó la cuestión política y Uruguay, Paraguay, la Argentina y Brasil (después se sumó Venezuela, que últimamente ha dejado de interesar) constituyeron el Mercosur. En realidad nunca fue un mercado común sino un tratado de comercio, donde el "arancel externo común", para 12 posiciones arancelarias, era de 35%, una protección a todas luces muy alta para el siglo XXI.
Las exportaciones de la Argentina se destinaban en un 34% al Mercosur, como pasaba en el lapso 1996-2000. Ahora, en el lapso 2013-2017, sólo cubren esta zona el 23% de las exportaciones argentinas, es decir, un verdadero fracaso desde el punto de vista comercial.
En efecto, del total de u$s 79.479 millones de dólares de exportaciones de la Argentina, sólo u$s 18.191 millones van a Brasil en el período 2013-2017, es decir, como hemos dicho, solo el 23% del total. En tanto que en ese período las exportaciones argentinas al resto del mundo, excluido el Mercosur, fueron de u$s 61.289 millones, es decir, el 77% del total.
Entre 1996-2000 y 2013-2017 las ventas de la Argentina al Mercosur se duplicaron, pero las exportaciones al resto del mundo crecieron 3,7 veces. ¿Para qué queremos el Mercosur?
Toda la burocracia para mantener activo este tratado comercial podría destinarse a lograr acuerdos con diferentes países del mundo, lo cual traería aparejado muchos beneficios concretos. Por ejemplo, tomemos el caso de Chile, que ha hecho muchos tratados específicos de comercio que lo han beneficiado significativamente. Un caso específico, dentro de otros muchos, es el de los vinos chilenos que no pagan aranceles para entrar en China y nosotros debemos cubrir el costo de 12% de arancel para que nuestros vinos entren a aquel país del sudeste asiático.
Necesitamos una política definida, que brinde resultados concretos y no acuerdos que sólo benefician a unos pocos. Así como hacia el final del siglo XIX hemos tenido una política comercial y de país muy realista, ahora necesitamos, en este siglo XXI, mirar los resultados de lo que hacemos y dejar de seguir una política retórica que no ha brindado muchos resultados después de tantos años de convivir con la experiencia del Mercosur.