Al abrigo del ruido
Pekín, China.- El tictac del tiempo que no cesa. Las voces -del afuera, del adentro- que vociferan su caos. Y el fárrago del miedo, de la soledad mal entendida, de la rabia mal habitada. Nada de eso parece tener lugar en esta foto. El lugar es Pekín, ciudad populosa si las hay, urbe en batalla con el esmog, el ruido, el frenético encontronazo entre pasado y futuro, entre tradición y presente. Pero nada de eso, tampoco, podría sospecharse en esta imagen. Porque apenas hay un hombre, el presunto sonido de una flauta, la siempre bienhechora presencia del agua, de un árbol, allí cerca. Nada es opulento ni radiante en esta escena; quizá por eso, nada sugiere el agotador chirrido de lo estridente. Hay como un acompasado dejarse llevar: en su pequeño rincón, entre las paredes descascaradas, al abrigo de la ciudad que ruge su furia, alguien ensaya las notas de eso llamado humanidad.