Peter Pan
Las cifras apabullan: hasta anteayer el número de espectadores de Toy Story y de El Rey León -los dos últimos grandes tanques animados de Disney- sumaban 9.266.780 espectadores en sus contadas semanas de exhibición. Que los cines desbordaran de chicos, máxime en las recientes vacaciones de invierno, no llama la atención. Sorprende la cantidad creciente de mayores de edad que convocan. Ya no es el papá o la mamá que se "sacrifica" acompañando a su pequeño. Cada vez son más los adultos atraídos por esta clase de películas y ni siquiera con la excusa de llevar a algún párvulo. ¡Van solos!
Explicación posible: se achataron las distancias entre las diferentes generaciones. Un chico de seis o siete años de hoy es mucho más avispado que otro de la misma edad, pero de hace décadas, y hasta tiene síntomas precoces de adolescente. Al revés, los adultos, incluso los ya entrados en años, buscan -no hay otra palabra más adecuada- "apendejarse" lo más posible.
Disney traza una línea intermedia y encuentra allí su mayor filón: historias llenas de guiños que calcen por igual en los niños grandes y en los grandes niños. Al fin y al cabo, ahora fusionados casi en una misma generación.