Desagravio
Los egresados de 5ºA (promoción 1970) de la Escuela Normal Mariano Acosta padecieron dos sucesivos casos de autoritarismo oficial. Antes de empezar 4º año se enteraron -como en todas las escuelas normales- de que no iban a ser maestros, sino bachilleres con orientación pedagógica. Un título sin valor para su vocación de ejercer la docencia como actividad laboral. Y al finalizar la secundaria recibieron una insólita sanción colectiva: no les entregaron diploma ni medalla. Para el entonces rector fue una osadía que festejaran su último día con cantitos y, peor aún, sin ocultar por única vez el pelo largo, rigurosamente controlado en esa época por las autoridades. Llamó a la policía y citó a los padres.
Durante 49 años, esos chicos cultivaron otro valor: la amistad. Ya adultos, la celebraron con más encuentros y gestionaron -sin éxito- esos símbolos denegados. Hasta que la actual rectora, Andrea Berman, atendió el reclamo grupal. Días atrás encabezó un acto de desagravio en el colegio, donde se los entregó a cada uno y a los hijos o hermanos de quienes ya no están. Hubo emoción por el tardío reencuentro con la justicia, bastante devaluada en el país. Y por una actitud casi en desuso: les pidió perdón en nombre de la escuela.