Valores y precios
La pandemia y su curso incierto ya consolidaron una certeza anticipada. El funcionamiento de los gobiernos de todo el mundo y el comportamiento de sus respectivas sociedades sufrirán una huella perdurable.
Hermana menor de esas dos mutaciones es la brutal modificación que sufrieron la valoración de las acciones de los hombres públicos durante la tormenta del coronavirus propiamente dicha.
En estas horas dramáticas en las que el precio de todas las cosas materiales tiende a desplomarse al extremo de poner en una crisis con pocos antecedentes a la economía mundial, las pequeñas miserias, los aprovechamientos demagógicos y los arrebatos racistas tienden a pagar un precio altísimo.
Los que se fueron cuando tenían que quedarse, los que acusaron a unos de contagiar a otros, los que llamaron a desconocer los criterios científicos podrían pagar el precio de la memoria colectiva.
En pocos días, se acumularon gestos y palabras convertidos en un enorme riesgo para quienes las pronunciaron. Desde presidentes que se burlaron del virus hasta mediáticos que quedaron expuestos. Es que la falta de valores, como nunca, puede tener un precio muy alto.