De amor, ensoñación y muerte
El amor y la muerte siempre han estado juntos. El que haya escuchado Tristán e Isolda, de Wagner, lo sabe muy bien. En realidad, lo sabemos todos los que amamos. En estos momentos de pandemia, se habla todo el tiempo de la muerte. Para compensar esa hegemonía, hablemos alguna vez de la pasión.
A comienzos de mes, el 9 de marzo, se publicó en el suplemento Ideas una nota mía cuyo título es "Una conmovedora historia de amor". Allí contaba que había terminado de leer la continuación (aún no traducida al español) de Llámame por tu nombre, de André Aciman, sobre la que se basó la exitosa película homónima.
El título de la segunda parte de esa narración es Find Me! (Encuéntrame). Para los que no hayan leído ninguna de esas novelas ni visto la película, resumo brevemente el argumento de la primera parte: es la historia de amor entre Elio, un adolescente de 17 años, y Oliver, de 25, un graduado de filosofía en busca de su doctorado, que tiene como padrino de tesis al padre de Elio. Por un mes, Oliver vive en casa de su mentor para ayudar a este en sus trabajos académicos. Elio y Oliver se enamoran. Elio es aún un adolescente; Oliver ya es un hombre. Esa diferencia es la que, en apariencia, va a separarlos.
Después de la publicación de mi nota, recibí, desde Nueva York, un mail de Alberto Manguel, el gran escritor argentino, ensayista, novelista, académico de Letras y, sobre todo, una persona encantadora, que fue hasta no hace mucho director de la Biblioteca Nacional. En el mail, Manguel decía: "No sé si sabés que su inspiración (la de Aciman) fue una novelita publicada por la hermana de Lytton Strachey (Dorothy Strachey) bajo el título 'Olivia' en 1949. Penguin acaba de republicarla por una introducción de Aciman en la que él termina confesando que quiso escribir una 'Olivia' masculina y llamarla 'Oliver', pero que acabó llamándola 'Call Me by Your Name".
El título de la novela de Dorothy Strachey (de casada, Dorothy Bussy) no me era desconocido: aparece en varias biografías de los integrantes del grupo de Bloomsbury; en especial, en la de Lytton Strachey, brillante escritor británico, autor de Victorianos eminentes. En Olivia, Dorothy narra la historia de un complicado, pudoroso y reprimido cuarteto amoroso entre dos profesoras y dos alumnas en el escenario de un internado francés, en una época en que los prejuicios victorianos regían en toda Europa.
No leí ese libro; en cambio, logré ubicar, en YouTube, fragmentos de la adaptación cinematográfica homónima, de 1951, que hizo la directora francesa Jacqueline Audrey. En la película, las dos profesoras son la hermosa y estupenda actriz Edwige Feuillère y Simone Simon, y Olivia, Marie-Claire Olivia.
Las asociaciones literarias y cinematográficas sobre el amor entre distintas generaciones no me abandonaron. Edwige Feuillère es la bella mujer madura que hechiza e inicia a un adolescente en la película El trigo joven (1954), de Claude Autant Lara. El film es la envolvente adaptación de la novela homónima (1923) de Colette. El papel del adolescente lo interpreta Pierre-Michel Beck. Imperdibles.
En estos días pasan por cable Dalida, la biopic basada en la vida de la cantante ítalo-egipcia, una de las artistas más populares en Europa desde la década de 1950 hasta su suicidio, en 1987. En esa recreación, se la escucha cantar la bellísima canción "Il venait d'avoir 18 ans". La conmovedora letra es de Pascal Sevran. En ese poema, una mujer cuenta la noche de amor que vivió con un hermoso muchacho de 18 años ("Era hermoso como un niño y fuerte como un hombre") y el despertar que la sorprende, sola, mientras piensa que ella acaba de cumplir dos veces 18 años.
Aquí termina la ronda de música, literatura y cine, en estos días ricos en amor, ensoñación y muerte.