Después del ACV
Jorge, o Cole, como se lo conoce, está a punto de cumplir 70 años. A los 67, sufrió un ACV que le dejó el lado derecho del cuerpo paralizado. Hasta entonces, era un todoterreno, con habilidades impresionantes, que iban desde mecánica y electricidad hasta cocina y carpintería. No había arreglo en su casa (y en las casas de sus amigos) que no estuviera a su alcance. Era el mejor en los asados, en creatividad y en encontrar soluciones inverosímiles. El ACV lo dejó, en esos rubros, fuera de juego. Pero no se dio por vencido. Si con su mano izquierda sola (la inhábil, además) no podía hacer nada, tenía que ver la forma de suplir la derecha. Al pie de un platillo de batería le anexó el sistema de frenos de una bicicleta, invertido: abajo, en el trípode, puso el manillar, con un taco o pedal, para poder pisarlo; arriba, donde termina el pie, colocó la horquilla del freno, la que se abre y se cierra al oprimir el manillar. Todo, claro, unido por un cable. El mecanismo funcionó. La horquilla, activada desde el manillar por su pie izquierdo, le permite sujetar objetos. Es su mano derecha. Así pudo reconstruir la puerta de madera de una pileta y pintarla, reparar un ventilador, soldar, atornillar.
Cole volvió a ser Cole.