Ecos de la historia
NUEVA YORK.- Era 1968, sonaba el himno de los Estados Unidos en el estadio olímpico de México y Tommie Smith -norteamericano, negro, medalla de oro en los 200 metros lisos- subió al podio. Pisó fuerte, respiró hondo, levantó el puño enfundado en un guante negro y consagró el gesto que le costaría la carrera y lo llevaría a la historia: frente al mundo, en la cima y sin aspavientos, el héroe olímpico hizo el saludo de las Panteras Negras. Por estos días, cuando el Black lives matter es la nueva punta del iceberg de la tensión racial, el puño de Smith volvió a levantarse. No en México, sino en Nueva York, de cara al Rockefeller Center, y por obra y gracia de una escultura del artista brasileño Paulo Nazareth. Aquí la vemos: la sombra del atleta sobre los muros del emblemático complejo, tal vez el eco de un fantasma -el denso susurro de la historia- al que mira y no mira el hombre de color, a su izquierda.