El espíritu de Cádiz sigue vivo
Hoy 19 de marzo, festividad de San José, se cumple el Bicentenario de la promulgación de la Constitución de Cádiz. La histórica Constitución de 1812, invocada con afecto como "la Pepa", constituye un referente fundamental para los españoles y americanos de ambas orillas del Atlántico, con ideales de libertad y progreso por los que hoy seguimos trabajando. En su redacción participaron 86 representantes hispanoamericanos y filipinos, cuatro de ellos por el Río de la Plata. Se trataba de una Constitución global e innovadora, cuyo artículo primero definía la nación española como "la reunión de los españoles de ambos hemisferios", aboliendo los cuatro Virreinatos y recogiendo los principios de soberanía nacional, representación, separación de poderes, igualdad ante la ley, libertad individual, principio de legalidad, derecho de propiedad, inviolabilidad del domicilio y libertad de imprenta. Las siete Constituciones que se ha dado España entre 1812 y 1978 son herederas del espíritu –también de la letra– de Cádiz.
En un momento de turbulencia en los territorios peninsulares y americanos, pero con raíces en la Ilustración hispanoamericana, el esfuerzo de redacción de los comisionados de Cádiz tuvo un gran impacto en los procesos de emancipación de las modernas naciones latinoamericanas y sirvió de inspiración para muchas de sus nuevas Constituciones, extendiendo igualmente su influencia a Portugal, Moldavia, Rusia, Noruega, Grecia o al surgimiento del Estado italiano.
El valor fundamental de la libertad, la democracia, el Estado de Derecho, el respeto a los derechos humanos, a las diferentes ideologías y a la diversidad de nuestros pueblos, son rasgos fundacionales de la Comunidad Iberoamericana de Naciones.
La XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno se celebrará los próximos 16 y 17 de noviembre en Cádiz, la "Tacita de Plata", bajo el lema "Una relación renovada en el Bicentenario de la Constitución de Cádiz". España, como anfitriona, propone que la cita sea una oportunidad para pensar y debatir sobre el futuro, para dar un nuevo impulso a las Cumbres y que nos permita construir una relación más equilibrada, sólida y dinámica. El mundo ha experimentado grandes transformaciones y el propio discurrir de las Cumbres Iberoamericanas ha sido testigo de una marcada evolución en América latina: desde los estertores de lo que se calificó como "década perdida", hasta una América latina actualmente transformada, políticamente estable, con gran dinamismo económico, mayor cohesión social e inmersa en interesantes procesos complementarios de integración regional y subregional. En las últimas dos décadas hemos construido juntos un acervo político, económico, social y cultural con un vasto tejido de programas de cooperación iberoamericana, y asentado en las dos lenguas que compartimos casi 600 millones de personas. En la era de la globalización, la Comunidad Iberoamericana de Naciones es un activo extraordinario para crear sinergias, para potenciar el protagonismo que Iberoamérica ha de tener en la Unión Europea y para aprovechar las posibilidades que ofrece convertirnos en punto de encuentro con las economías asiáticas.
La Cumbre Iberoamericana de Cádiz prestará especial atención a las políticas de crecimiento económico, aunando esfuerzos para superar las actuales dificultades y encarar el futuro con éxito. Los sólidos vínculos que nos unen constituyen oportunidades para crear riqueza. El fortalecimiento de los intercambios comerciales y la inversión, mediante la consolidación de marcos jurídicos estables, redundarán en creación de empleo y bienestar para nuestros ciudadanos, favoreciendo la igualdad de oportunidades y la reducción de la pobreza. Por esto, a lo largo de este 2012, varias reuniones ministeriales prepararán en distintos ámbitos la discusión de los jefes de Estado y de Gobierno: fortalecimiento de nuestras democracias y marco institucional para favorecer el crecimiento económico, la cohesión social y el empleo; desarrollo de infraestructuras y protagonismo de las Pymes en la región.
La España del siglo XXI, sin renegar de su historia, se siente heredera directa del espíritu de Cádiz, y en éste se fundamenta su singular relación con los pueblos iberoamericanos, vertebrada a través de un potente espacio cultural compartido, tan rico como diverso. El equinoccio cultural en el que hemos premiado a Julio Bocca, Ricardo Darín, Norma Aleandro, Joaquín Sabina y, mañana, a Juan José Campanella, es un reflejo de ello.
España superará la crisis económica, como Iberoamérica superó otras en el pasado. En mi triple condición de andaluz, español e iberoamericano, es para mí un honor cerrar mi misión en estas tierras –tan lejanas y tan cercanas– invitando a poner la mirada en el futuro desde el grito popular que invocaba la Constitución de 1812 frente al absolutismo: "¡Viva la Pepa!"
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El autor es embajador de España en la Argentina
Rafael Estrella