El mail
Partidos políticos, candidatos, empresas, clubes, ONG, sindicatos, universidades, encuestadores, consultoras, embajadas, ministerios, bancos, oportunistas, vendedores de todo tipo y calaña, cholulos, arribistas, gente seria, chantunes, spam, curiosos, publicaciones, cazabobos que tienden trampas... y muchos otros que no vienen ahora a la memoria. La casilla de mail de un periodista es eso: un colador, una fiesta con dos millones de invitados, un espacio abierto a las inquietudes humanas. ¿Habrá un infierno para las empresas que venden direcciones de mails? Alguna vez fue un ámbito personal y de acceso más o menos restringido. Hoy, a pesar de los filtros, es de entrada libre y capacidad infinita: hay lugar para todos. Aun en tiempos de declinación frente al avance de otras plataformas digitales de comunicación, el mail mantiene vigencia y reclama atención. Porque entre tanta hojarasca, entre tanto desecho, no deja de aparecer algo que debe ser leído.
A los tímidos, a los que todavía no probaron suerte, vamos, anímense, siempre hay tiempo de engrosar la lista. La bandeja de entrada los espera con las puertas abiertas. El único riesgo es quedar a tiro de ser eliminado. No es tan grave.