El racismo es contra la prensa
Como ministro de Economía, Axel Kicillof tiene problemas de todo tipo: inflación, mercado cambiario volátil, signos de retracción en comercios y fábricas, gasto público creciente y emisión imparable.
Sin embargo, como dijo el martes último el periodista Marcelo Longobardi en el editorial de su programa por Radio Mitre, con todos esos problemas reales, Kicillof, lejos de informar cómo piensa solucionarlos, salió a hablar de un problema que no existe: "El racismo con los pobres". Lo dijo el lunes en el espacio que conduce por Radio Provincia el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto.
No hay registros de que grupos de personas hostiguen a los más humildes, como no sean los propios funcionarios de Economía que ante el flagelo del impuesto inflacionario, que sufren especialmente los sectores desposeídos, sólo ofrecen como remedio los insuficientes "precios cuidados".
Cuando se revisan las estadísticas de discriminación correspondientes al año 2013 del Inadi se constata que las denuncias por aspecto físico y situación económica registran porcentajes exiguos comparados con otras causas. Cualquiera puede comprobar esta información oficial con sólo ingresar al link http://tinyurl.com/p3jlrt6 .
¿Cuáles son, pues, las fuentes precisas en las que se basa el ministro para disparar tan grave acusación? "Algunos se refieren a los pobres como los negros", arremetió el funcionario que así intentó abrir una polémica inexistente y que, por eso, no logró que prendiera ni siquiera en las filas oficialistas. ¿"Algunos" serán situaciones puntuales execrables? ¿Conoce el ministro esos casos? Como funcionario público, ¿no está obligado a denunciarlos en sede judicial?
¿O Kicillof sólo quiere arremeter, una vez más, contra cierto sector de la sociedad al que se mira desde el poder con premeditado prejuicio para culparlo de los males sociales y económicos que funcionarios como él no han sabido solucionar?
En todo caso, quienes están a cargo del Estado no deberían alentar desencuentros clasistas apelando a terminología que pretende ser cariñosa, pero que en el fondo subraya con trazo grueso lo que paradójicamente aseguran combatir ("descamisados" y "grasitas", en el peronismo fundacional; "morochos", el giro cristinista preferido).
No hay grupos organizados de ciudadanos que hostiguen a los humildes. Antes bien se diría que hay una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales e iniciativas individuales de todo tipo que cada día llevan adelante campañas solidarias para zanjar los abismos sociales abiertos y acrecentados por gobiernos ineptos y el cáncer de la corrupción endémica.
"Racismo", según el Diccionario de la Real Academia Española, es la "exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros". El concepto de "etnia" se amplía incluso más allá de lo biológico, ya que también define a una comunidad humana perseguida por sus afinidades lingüísticas y culturales.
¿Hay ahora en la Argentina algún grupo identificado de personas que sea sistemáticamente hostigado y humillado?
Sí, lo hay: el periodismo. Hay un fogoneo constante, desde la Presidenta para abajo, de diatribas contra medios y periodistas; hubo un juicio público en Plaza de Mayo con "sentencias" populares contra hombres y mujeres de prensa y cada tanto aparecen afiches con caras de periodistas conocidos para ser señalados, insultados y hasta escupidos.
Un 56,7% de los que respondieron a una reciente encuesta continental de la compañía de investigación Oh! Panel piensa que los medios argentinos sufren censuras.
Agrava el panorama que la prédica esté incentivada y financiada desde el Estado por medio de propagandistas y propaladores cautivos que desde las redes sociales y desde plataformas gráficas y audiovisuales alimentan las 24 horas la cadena del prejuicio, la antipatía, el escepticismo, la difamación y hasta el odio hacia el oficio de informar y quienes lo ejercen a distancia del poder. Al mismo tiempo se induce a escraches tanto en el mundo virtual como en el real. Volvió a pasar con las extrañas idas y venidas del saludo papal por la fecha patria que hoy se celebra: se pretendió endosar toda la culpa de la circulación desprolija de ese mensaje a otra maquinación aviesa del periodismo, al que gustan pintar como mendaz, irresponsable y golpista.
El machaque constante busca deformar el pasado de los comunicadores según su grado de cercanía o lejanía con el kirchnerismo. A los más críticos se los apalea virtualmente sin piedad desde las usinas de 6,7,8 y afines al distorsionar sus antecedentes o se los busca ensuciar o ridiculizar, al mismo tiempo que se oculta o se embellece el pasado de los que se muestran más dóciles con "el modelo".
Anteanoche, Luis D'Elía debutó con programa propio en CN23, la señal de Sergio Szpolski. Su socio Matías Garfunkel, que argumentó no haber sido consultado sobre esa polémica contratación, expresó públicamente en Twitter su "gran decepción e indignación" por esa decisión y calificó de "nazi" al dirigente social. Al respecto, Kicillof todavía no ha emitido opinión.