Encendido elogio de hacer una cosa bien
En una semana literaria en Buenos Aires (con la pretensión canónica de las presentaciones de Lorrie Moore y Samanta Schweblin en el Filba), consonante con la controversia global sobre empresas pseudotecnológicas como Uber o WeWork, una idea enciende el debate: tecnología bien entendida no son los teléfonos multifunción que pretenden ser el utilitario definitivo (oh, qué inteligente), sino aquellas herramientas que nos permiten hacer algo, una cosa, realmente mejor.
Zeynep Tufecki, teórica de la revista Wired, la emprendió contra los nuevos smarpthones durante el lanzamiento del iPhone 11 y puso como ejemplo al modesto Kindle: les permite a los amantes de la lectura, ¡y de los libros!, optimizar su intención: leer.
Sin las "distracciones por diseño" que ofrecen otros dispositivos –sostiene la tecnóloga turca–, ese aparato nacido hace una década logra ser un estandarte (como Netflix y otros) del ya no tan nuevo siglo, a contramano de las interrupciones programadas, la sociabilidad inoportuna y la comunicación sin fin.