Esfuerzos comunes
Ellos, la mujer y el hombre, dale que dale al pedal de la máquina de coser, son voluntarios que fabrican barbijos para enfrentar la pandemia. Él, con la guitarra y varios metros atrás, les ofrece canciones que amenicen el trabajo. La ciudad es Teherán, uno de los tantos centros urbanos castigados por el virus que trastorna al mundo. El lugar es el Teatro Hafez, desprovisto de funciones y público, pero con otros sonidos resonando en su acústica generosa: unos acordes, una voz, el ritmo metódico de los costureros, algún que otro siseo de tela. Quien recorra estos días las grandes ciudades del mundo solo encontrará calles vacías, plazas silenciosas, marquesinas apagadas. El bullicio resiste puertas adentro; en los miles de gestos que reinventan la cercanía, en el deseo que no cede. Y en quienes siempre encuentran el modo de ofrendar algo de sí para que el resto siga viviendo.
Edición fotográfica Dante Cosenza