Indiferencia
MANHATTAN, Nueva York.- La Gran Manzana está de fiesta. Una multitud se agolpa tras el vallado para recibir al equipo de mujeres que el 10 de julio de este año ganó el Mundial de Fútbol Femenino en Francia. Gente alegre, exaltada, muchos con cámaras para retratar el momento. Y el tradicional papel picado en la calle, símbolo tan propio de estas celebraciones. Todo transmite un júbilo que por lo general es contagioso. Pero no parece ser precisamente lo que le ocurre al policía que tiene la tarea de cuidar a esta multitud que exuda algarabía. Su lenguaje corporal da cuenta del tedio que le provoca tener que estar ahí. No comparte lo que le sucede al resto y, por lo tanto, su indiferencia desentona. Es que sentirse fuera de lugar, descolocado, jamás es agradable porque, consciente o inconscientemente, se hace el esfuerzo de acomodarse a lo incómodo. Y, lo peor de todo, el éxito de esa exigencia no siempre está garantizado.