La brevedad posible del escritor que faltaba
En la literatura argentina –y quién sabe: tal vez no solamente en ella–, las novedades vienen del pasado. De los 70 relatos y poemas en prosa de Alfredo Novelli (1931-2014) reunidos en Un ejemplar de prueba (Mansalva), apenas tres o cuatro habían circulado previamente en revistas y diarios, y se diría que todos ellos, aunque se remontan a la década de 1980, parecen escritos esta mañana, si no fuera por esa elegante austeridad que brilla ahora por su ausencia.
Las miniaturas de Novelli (dos o tres páginas, un párrafo fulminante) pueden traficar con el absurdo (la exigencia tortuosa de un editor de diario que le insiste a un escritor para que envíe un relato cada vez más breve), pero en realidad hay toda una melancolía reticente (marca muy porteña) que, de tan atemporal, se desentiende de cronologías y precursores. No es casual que Silvina Ocampo lo admirara hasta el punto de hacer dibujos para los relatos. Quien quiera descubrir a Novelli que lea "Una belleza" o "El afinador", donde dice: "Un cuento es como una persona: el olvido lo destruye". No va a ser su caso.